Desde ese día me dejaste de hablar otra vez.
Yo tenía la culpa, lo sabía.
No te pedí disculpas, nada.
Lo único que me quedaba era resignarme, porque había perdido a un amigo.
LVIII
Desde ese día me dejaste de hablar otra vez.
Yo tenía la culpa, lo sabía.
No te pedí disculpas, nada.
Lo único que me quedaba era resignarme, porque había perdido a un amigo.