10: La Reina de Terabithia.

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La incertidumbre se palpaba en el ambiente. Le dediqué una mirada a Jess con aires de superioridad mientras él continuaba soltando alaridos.

-No estoy loco. Ella estaba ahí. Yo estuve allí. -Murmuré resentido.

Agus y Jess hicieron caso omiso a mis palabras. En especial Jess. Su objetivo primordial ahora mismo era el de que la silueta que estaba situada en medio del puente se girase ante sus hilarantes gritos.

La figura que se encontraba en medio del puente, comenzó a balancearse de manera brusca hacia los costados de la estructura terabithiana. Nos miramos aterrados, temíamos que cayera por los laterales del puente al arroyo por culpa de un desmayo fruto de la posible desnutrición y falta de energía a la que se veía impuesta. Yo ya sabía que era Leslie, la había visto instantes atrás en la cabaña. La chica que continuaba estática en esa plataforma hecha a mano, vestía igual que Leslie. Esa camiseta azul rasgada, y esos pantalones vaqueros rotos por las rodillas, eran elementos importantes para hacerme entrar en razón de que era ella por si me surgía algún tipo de duda sobre la identidad de esa chica.

Finalmente, cayó inconsciente contra la firme madera del puente. No tardamos nada en llegar hasta ella, estaba pálida, inconsciente, supongo.... Sí, inconsciente, respiraba. Agus y yo, nos quedamos atendiéndola, estaba muy débil. Era Leslie. Leslie Burke. La misma chica que cuatro meses atrás había desaparecido en este mismo lugar. La chica que supuestamente había muerto en el arroyo.

Jess permaneció inmóvil, a unos metros de nosotros observándola. Todavía trataba de intentar asimilar que lo que sus ojos reflejaban en su mente, era el cuerpo de Leslie. Su respiración era fuerte y entrecortada, no se creía lo que estaba viendo. Era Leslie, era la Reina de Terabithia. En ese momento reaccionó. Me apartó con brusquedad de ella, y después a Agus. Se agachó y le acarició la mejilla, sin poder evitar que una lágrima se deslizase por su rostro. La había tocado y era real. Sus pupilas se dilataron. Con un pulso desmesurado, volvió a pasar lentamente el dedo índice por su mentón. No la atravesó, ni ella se había evaporado. Era totalmente real, de carne y hueso.

Leslie yacía dormida en el lugar. El sonido del arroyo se intensificó gradualmente y las ramas de los pinos agitaban sus ramas de manera relajante, con ayuda de una severa brisa.

Jess continuó admirándola, acariciando su rostro con una calma pasmosa. Parecía que temiera herirla con tan solo rozarla. El viento comenzó a azotar nuestros cabellos con fuerza. En ese instante, Leslie despertó. Parpadeó un par de veces algo confundida y mirando en todas direcciones hasta que su mirada perdida chocó con la de Jess. Sus pupilas se ensancharon de manera previsible y levantó su cuello lentamente disponiéndose a decir algo.

-Por fin te encuentro Jess. -Le dijo muy débilmente, apenas alcanzamos a escucharla.

Jess no pudo contener la emoción y rompió a llorar. Se sentó al fin al lado de Leslie y comenzó a golpear el suelo con rabia de manera continuada mientras seguía sollozando junto a ella.

-Todo lo que te ha pasado es culpa mía. -Confesó Jess sin poder mirarla a los ojos.

Leslie frunció el ceño unos instantes, y se pasó la mano izquierda por uno de los costados rotos de la camiseta. Tenía una gran suma de arañazos acumulados por todo su cuerpo, y parecía que le estaban comenzando a doler en demasía.

-No. Claro que no es tu culpa Jess. ¿Por qué dices eso? -Curioseó Leslie con claros gestos de dolor en la cara.

Agus y yo éramos meros espectadores. Nos habíamos colocado a unos metros de ellos para que tuvieran su momento para hablar.

-Te abandoné, Les. Fui con la señorita Edmunds solo, cuando podría haberte avisado. No te habría pasado nada. Y mírate ahora. Estás hecha un desastre. Por mi culpa.

Un puente hacia Terabithia 2: "No digas adiós si no es para siempre".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora