Capítulo 3

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N/A: Aquí estamos... estamos acercándonos... no del todo ahí todavía, pero aun así un momento bastante delicioso...

Un par de vosotros mencionasteis ver las cosas desde el punto de vista de Snape. No lo he hecho hasta ahora, pero estoy pensando en formas de conseguirlo. Seremos capaces de ahondar en su mente de diferentes maneras, creedme....

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Esa noche en la cena, Hermione se sentaba como de costumbre a la mesa Gryffindor, la conversación a su alrededor volviéndose cada vez más infantil y tediosa. Suspiró para sí misma y empujó la comida en su plato. El profesorado había tenido una reunión y todavía no había aparecido en la mesa alta. Al fin fue capaz de admitir para sí misma lo que esa extraña sensación en la boca de su estómago había sido. Era el vacío sin él. Era temor.

Era deseo.

Los maestros comenzaron a entrar y sentarse a cenar. Esperó. Su asiento permaneció vacío. El dolor en su vientre se intensificó. No habló una palabra con sus compañeros.

Esperó.

Apartó su tazón de postre y fue retirado. Todavía esperaba, sus ojos casi permanentemente enfocados discretamente en la mesa alta.

Él no llegó.

Volvió a la sala común de Gryffindor de mal humor. Ginny intentó charlar, preguntarle qué pasaba, ella murmuró algo sobre un dolor de cabeza y se retiró a su habitación.

Una vez dentro cerró bien la puerta. Estaba lloviendo mucho y miró hacia las lejanas montañas más allá del Bosque Prohibido antes de cerrar las persianas. No podía negar la belleza del lugar, pero hacía poco por mitigar la sensación de vacío en su interior. Se desplomó sobre la cama. Lo extrañaba. El reconocimiento de sus sentimientos llegó como una completa conmoción, pero al mismo tiempo, en lo más profundo, sintió que habían estado ahí durante una eternidad, ignorados, enterrados, reprimidos.

Mientras trataba de acomodarse para dormir, trató de conciliar sus emociones.

Sorprendentemente, ahora se descubrió aceptándolas, casi dándoles la bienvenida. La repentina revelación de su obsesión por Severus Snape parecía la cosa más natural del mundo. Se preguntó cómo pudo no haberlo visto antes. Cuando se permitió dejar que la idea se asentara, soltó el más largo suspiro de alivio.

Lo había encontrado.

Snape era una de las pocas personas que consideraba su igual intelectual. Era perspicaz, perceptivo, enormemente articulado. Valeroso. No era sólo su cuerpo el que ahora consumía su deseo, era su alma, de eso estaba segura. Quería comprenderlo, quería abrirlo. Su ira, su frialdad, su actitud desdeñosa hacia ella, de repente lo hacían más atractivo a sus ojos. Él también había visto algo en ella, de eso estaba segura, y agarraría esa chispa, y tiraría, tiraría de él hacia ella.

Pero, ¿querría él corresponder sus sentimientos? Su comportamiento hacia ella en los últimos días había sido desconcertante, pero los momentos de conexión entre ellos eran innegables. Pero la propia confusión de él era comprensible. Después de todo, ella era su alumna.

Hermione gimió.

Las relaciones entre alumno y profesor estaban prohibidas. Con razón. La propia Hermione no tenía objeción a eso.

Pero tenía diecinueve años, ya había vivido demasiado. A no ser por las circunstancias del último año, ya no sería una estudiante. Ciertamente no se sentía como tal.

Parecía que no había futuro para una relación fundada en encuentros ilícitos y secretos a puerta cerrada y lejos de miradas indiscretas. Sin embargo, tuvo que admitir que la dinámica entre ella, la alumna, y él, el profesor, era lo que hacía aún mayor su atracción. Existían juntos únicamente dentro de Hogwarts. La mente de Hermione no se lo permitía, no quería imaginarlos más allá de los muros del castillo.

Fuera de las ProfundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora