Capítulo 11

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¡Aquí está el siguiente! Mucho pasa en este capítulo, de tipo físico, emocional y conversacional. Disfruté escribiéndolo, y espero que os guste leerlo.

X

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Los momentos entre ellos habían saciado la ardiente lujuria de Hermione cuando era necesario, pero descubrió que no sólo continuaba ardiendo sin disminuir, sino que también extrañaba verlo, hablar con él. Las breves ocasiones en que habían sido capaces de conversar habían abierto una ventana, permitiéndole echar un vistazo a lo que podría ser, pero no buscar más profundamente. Tan controlados como estaban por el ritual diario de la vida escolar, habían jugado sus juegos dentro de sus límites. Era delicioso y desesperado, pero Hermione sabía que no era suficiente. Su mente y su alma parecían protestar porque les estaba siendo negado lo que su cuerpo estaba recibiendo.

Hermione había notado su reticencia a abrirse demasiado a ella. El tiempo en su dormitorio le había revelado mucho, pero desde entonces, él parecía haberse retraído emocionalmente de ella. No físicamente; su necesidad sexual de ella era abundantemente clara, pero ella quería recobrar esos momentos de ternura e intimidad que sabía que podían compartir. Pero él parecía sentirse seguro, protegido dentro de los límites institucionales del colegio, y temeroso de lo que podría haber más allá. De hecho, él nunca había conocido mucho más. Su mente se atormentaba de ansiedad. Ella no se quedaría en Hogwarts mucho tiempo. ¿Qué demonios les deparaba el futuro más allá del colegio? Intentó imaginar uno, y trató de no admitir que en realidad no podía.

Llegó el fin de semana. Nunca se había sentido tan sola, sabiendo que él estaba allí, en el mismo edificio, pero incapaz de verlo, tocarlo, hablar con él. Todo su cuerpo palpitaba de deseo y necesidad, física, intelectual y emocional. Sus amigos eran divertidos, y podían ser una compañía relajante, pero reconocía que los había dejado tan atrás como persona, que no había ninguno entre ellos a quien se sintiera igual.

Lo extrañaba.

Y el sábado por la noche, Hermione no pudo soportarlo más.

Era tarde, casi medianoche, y la Torre Gryffindor estaba en silencio salvo por el tictac del reloj en la sala común y la respiración pesada de los estudiantes exhaustos. Hermione se levantó, vistiéndose con vaqueros y una blusa, y se deslizó en sus zapatos más silenciosos. Abrió la puerta lo más silenciosamente que pudo y se deslizó escaleras abajo. Cuando abandonó la sala común, el retrato de la Dama Gorda se agitó en su sueño, pero no notó a la joven cuando se deslizó discretamente por los oscuros corredores.

El corazón de Hermione latía frenéticamente. Además de Filch, había muchas otras maneras en que podía ser detectada en su camino a las mazmorras; fantasmas, profesores trabajando hasta tarde. Sabía que estaba asumiendo un riesgo peligroso.

Hermione se aferró a los rincones oscuros del castillo, moviéndose veloz y en silencio a través de las sombras. De vez en cuando veía un fantasma flotando ante ella, pero siguió sin ser detectada.

Por fin alcanzó el corredor que conducía a su salón de clases. La luz de la luna caía a través de las estrechas ventanas en lo alto de los corredores e iluminaba el pasaje lo suficiente como para que viera que estaba despejado. Su corazón dio un vuelco – estaba casi allí. Envalentonada, salió y se apresuró por él. Cuando pasaba junto a una columna, su pie atrapó algo y tropezó y cayó torpemente, su mano extendiéndose para detenerse y raspando el suelo de piedra. El objeto con el que había tropezado emitió un vil chillido agudo y le siseó violentamente. Se giró para mirarlo. Era la gata de Filch.

Hermione se congeló. La gata la miraba fijamente, el pelaje erizado, las orejas planas, un siseo grave sonando de ella. Hermione sabía que Filch no estaría muy lejos. No se atrevía a moverse demasiado rápido, o temía que la atacara, pero necesitaba alejarse velozmente.

Fuera de las ProfundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora