Capítulo 7

218 21 4
                                    

A medida que se desarrolla la relación de Hermione y Snape, su intimidad física se vuelve cada vez más "descriptiva", digamos – tened cuidado. Esta es una historia para lectores adultos.

Como he descubierto con desesperación en el pasado, no poseo, y al parecer nunca poseeré, estos personajes maravillosos. Ese placer pertenece por entero a JK Rowling. Puede que tenga que robarlos como un ladrón de lo más profundo de la noche un día, pero ahora mismo... ¡hay poca esperanza!

Disfrutad. x

*********

Hermione continuó acostada sobre la dura superficie de la mesa en el aula desierta de su Maestro de Pociones. Su cuerpo se sentía pesado y flácido con los efectos posteriores del placer que acababa de fluir a través de él. Su mente no le permitió ningún pensamiento coherente por un tiempo, pero a medida que lentamente comenzó a parpadear de vuelta a la conciencia, la encontró asediada por mensajes contradictorios.

La conformidad de él con su deseo, y la habilidad para proporcionarle tal éxtasis la emocionaba y la llenaba de la satisfacción más profunda. Pero esto se veía atenuado por el hecho de que una vez más había huido de ella. Su intimidad había sido el polo opuesto de la última vez, donde él había tomado para sí pero lo le había dado nada. Ahora, se había negado a sí mismo su propia liberación. Ella reconocía su ofrenda y no podía ignorar cuán sublimemente había sacado su placer de ella, pero parecía asustado, avergonzado por lo que había sucedido.

Sabía que él querría más, sabía que ella también lo haría, pero su abjuración de lo que compartían la preocupaba. Necesitaba más de él, física, mental, emocionalmente. Su placer había sido exquisito esta noche, y aun así, había extrañado sentirlo donde más lo necesitaba, en lo más profundo, llenando su cuerpo y su alma. Su primera cópula había sido tan frenética y brutal. Aunque se había deleitado en ella y se había sentido triunfante por su capacidad para destruir el autocontrol de él, necesitaba compartir la profunda conexión que sabía que tenían, permitir que se manifestara en el placer mutuo.

Y quería hablar con él. Decirle que comprendía, decirle que se daba cuenta ahora de cuán profundamente lo necesitaba, lo anhelaba, sabía que él la necesitaba por igual. Quería que él le hablara.

Hermione sabía que sería más difícil de lograr que aprovechar su lujuria y deseo.

Pero aun así, la idea de ellos compartiendo más miradas y toques secretos y furtivos, y momentos prohibidos, le envió un estremecimiento inmediato de deleite. La emoción de su lujuria ilícita, la tensión y la dinámica de su relación institucional era tan deliciosa en sí misma que pensó que podría sobrevivir sólo con eso.

Por mucho que su mente sufriera con la idea de intentar comprenderlo, su cuerpo no podía esperar por más intimidad desesperada, más placer.

Al final se levantó del escritorio y se puso en pie. Sus bragas estaban en el suelo bajo sus pies; su camisa, corbata y sostén no muy lejos de ellas. Se inclinó despacio para recuperarlos. Sabía que debería estar sintiendo vergüenza mientras los recogía y echaba un vistazo al aula de Pociones, un lugar donde había pasado tantas horas desde su infancia, pero no sintió ninguna.

Se vistió sin prisa, pasando las manos sobre sus pechos, recordando su boca sobre ellos. Sonrió para sí misma, y su cuerpo volvió a doler. No podría negarle más satisfacción por mucho tiempo. Era el comienzo de la semana; había muchas más clases por venir. Su sonrisa se ensanchó.

Una vez se hubo vestido, Hermione abandonó la habitación de mala gana y volvió a mirarla mientras cerraba la puerta.

Él no estaba en el almuerzo. Ella no se sorprendió. Se preguntó qué estaba pasando por su mente, pero también sabía que lo hizo deliberadamente para atormentarla. Ella se lo había hecho a él. Sólo sirvió para avivar las llamas del deseo constantemente en su interior.

Fuera de las ProfundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora