Capítulo 30

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Entonces, un paso más cerca del final del trimestre...

Sé que muchos de vosotros estáis anticipando con ansiedad el baile, al igual que yo, pero hay sólo algunas cosas con las que lidiar primero. No creo que esté estropeando nada diciéndoos que el baile estará en el próximo capítulo, pero espero que encontréis éste satisfactorio. De verdad me encantó escribirlo, y creo que contiene algunos momentos tiernos e importantes. Severus y Hermione han recorrido un largo camino, pero hay cierta nostalgia unida a este capítulo, como veréis.

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A pesar del espartano entorno en el que ahora se encontraba, Hermione estaba complacida de estar tan feliz de despertar en la pequeña cama individual de Severus como lo había estado de despertar con él en el lujoso escenario del hotel de Edimburgo. Mientras estuviera con él, se dio cuenta de que no importaba dónde estuvieran, y sus habitaciones privadas les habían proporcionado algunos de sus momentos más felices.

Estaban acostados en la oscuridad de la mañana de noviembre, acariciándose lánguidamente el uno al otro.

"Entonces," arrastró él, "dos semanas – baile – una semana – exámenes – una semana – el fin."

"Suena bien. Aparte del hecho de que enmendaría tu declaración final como 'el principio', no 'el fin'."

"Cierto." Él le sonrió y se inclinó para un beso. "No olvides aceptar el puesto en el Ministerio hoy. Y yo entregaré mi renuncia."

"Enviaré una lechuza al Ministerio después de desayunar. Pero, Severus, en realidad no hay mucha prisa por que renuncies, ya sabes. Puede ser más sensato poner tu casa en el mercado primero. Podrías venderla en el mundo muggle y en el mágico; estoy segura de que atraerá a ambos."

"No has visto mi casa," arrastró sardónicamente. "No deseo regresar aquí para enseñar después de Navidad, pero como no he dado aviso con medio trimestre de antelación, probablemente tendré que hacerlo al menos durante parte del próximo trimestre de todos modos. Supongo que no hay necesidad inmediata de informar a Minerva de mi decisión."

Hermione rio un poco.

"¿Qué?" preguntó él bruscamente.

"¿Minerva? Nunca he pensado en ella como Minerva. Y no he oído que alguna vez te refirieras a ella así. ¡Ha cambiado su perspectiva, Profesor!"

"No me provoque, Señorita Granger."

"La última vez que lo provoqué, Profesor Snape, tuve la impresión de que lo disfrutó bastante."

"Hmm..." arrastró él. Ella ya había descendido para que su cabeza descansara justo por encima de la punta de su creciente erección. Sacó la lengua, sólo a punto de tocar la cabeza, cuando se detuvo y retrocedió.

"En realidad, no debemos llegar tarde al desayuno."

Su mano de inmediato la agarró del cabello y la hundió de nuevo, arrastrando, "Por otra parte, siempre se puede aguantar hasta el almuerzo si es necesario."

Ella le sonrió burlonamente y se dedicó a su tarea con gusto, alentada por los gemidos cada vez más satisfechos del hombre sobre ella. Con las expertas habilidades de su lengua, labios y manos, él pronto se corrió con fuerza en el fondo de su boca, sus caderas alzándose para embestir tan completamente en su interior como ella pudo permitir. Liberándolo suavemente, se incorporó y tragó visiblemente ante él. Él se había apoyado sobre los codos para mirarla mientras se dedicaba a su tarea, pero al verla hacer eso, cayó hacia atrás con un gemido de total satisfacción.

La salinidad de su semen era aún más fuerte de lo habitual en su primera prueba del día, y Hermione obtenía un extraño placer sabiendo que permanecería en su lengua a lo largo de la mañana, un recordatorio constante de él. Con ese conocimiento en mente, fue capaz de levantarse, ducharse y salir corriendo para tomar un bocado rápido del desayuno. Tenía Pociones esa tarde.

Fuera de las ProfundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora