Capitulo XVIII

4.9K 415 291
                                    

Si hacemos bien las cuentas hace poco más de una semana que Joaquín había salido de licencia. Se aburría mucho en casa sin ver a sus niños trabajar, correr, y a veces bailar por todo el salón de clases, mentiría si dijera que no los extrañaba aunque sea solo una semana.

Desde hace días había cumplido los ocho meses, y varias cosas se le han complicado, como; caminar mucho, estar parado por un determinado tiempo ya que se agotaba demasiado rápido, dormir con incomodidad, comer bien-a veces se llenaba muy rápido, en otras lo devolvía todo-, claro está que Emilio ha estado ahí para ayudar a su pobre novio embarazado.

Lo que ahora más deseaba Joaquín en estos momentos es ya tener a sus amados bebés en brazos para poder mimarlos y llenarlos de puros besos, además de que tenerlos ahí dentro era algo doloroso, cuando se movían se sentía muy extraño. Toda la piel se le estiraba y él solo suspiraba profundamente para no gemir del dolor.

Hace tres días fueron a la consulta con el doctor, he hicieron el mismo proceso de siempre, y además vieron a sus pequeños, a Joaquín le habían dado otra ecografía impresa en 4D-una que pronto estaría en la pared de la habitación de sus hijos-. Como el parto se realizaría por medio de cesárea, el doc ya les había dado una fecha fija del nacimiento. Sería el 10 de diciembre para ambos padres estaba más que bien, la primera Navidad de los niños sería catorce días después de su llegada al mundo. Excelente.

Emilio se encontraba preparando la cena en la cocina, estaba haciendo un poco de ensalada de frutas con yoghurt, el médico le exigió a Joaquín que este último mes debía cuidarse un poco mejor, comer más sano y un tanto más ligero.

Joaquín, estaba sentadito frente al televisor de pantalla plana viendo algunas programas en el canal de niños, la verdad que era algo entretenido pero no entendía por que en esas caricaturas los animales hablaban, él pensaba que estaba mal ya que confundía a los niños haciéndoles creer que los animales tenían la capacidad de hablar. Como pudo cruzó las piernas quedando así en posición de indio con un plato de uvas sobre su vientre abultado. Las uvas eran de las pocas cosas sanas que literalmente amaba y más aún cuando no tenían semillas.

El programa proseguía, la protagonista era una cerdita que con toda su familia iban de visita a la casa de sus abuelos y ellos ahí tenían unas gallinas, raro pero entretenido. Las uvas estaban por acabarse y él no quería pararse a buscar más.

–¡Emilio!–grito– ¡Se me estan acabando las uvas, amor!

–¡Espera un momento que estoy preparando la cena!–gritó de vuelta.

–¡No tardes!

Siguió comiendo las pocas uvas que le sobraban y se dio cuenta de que seguía el mismo programa pero con diferente episodio, se dispuso a seguir viendo y esperar a su novio.

Ya estaba en la mejor parte, cuando sintió un algo, fue raro e incómodo a la vez, sus pequeños estaban empezando a patear- más bien a patalear, según Joaquín-, se removió un tanto incómodo en el sillón, las piernas se le empezaron a entumir y algo golpeó en la parte baja de su vientre, ahogó un gemido y tocó la parte afectada.

–¡Emilio...!

–¡Espera, amor, ya casi!–interrumpio.

–¡.... Ven rápido que me orine por el culo!–siguió hablando–¡Ayudame, idiota!

Un dolor agudo se expandió por todo su cuerpo y esta vez tuvo miedo por sus hijos.

–¡Emilio, duele!–chillo.

Cuando se dio cuenta ya estaba en la parte trasera del auto de Emilio, recostado, respirando profundamente y sudando como nunca en su vida. El rizado le hablaba desde su puesto de conductor, diciéndole que se tranquilizara y respirara profundamente, cosa que ya estaba haciendo.

❁ Babies for Joaco || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora