Epílogo

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Ciudad de México, México. 24 de Diciembre, cinco años después. 11:25 pm.

Emilio movía las caderas de adelante hacia atrás, con las piernas de Joaquín en sus hombros, haciendo así sus embestidas más profundas y directas.

–F-falta poco, c-cariño -murmuró Emilio, dificultosamente.

–U-uh

Fue lo único que logró decir. La excitación le estaba consumiendo todo el cuerpo, sentía como la lujuria le recorría las venas haciéndolo sentir aún más alto que las mismas nubes. Se sentía como si pudiera volar por el espacio exterior. Muy loco.

El más alto, bajó las piernas del castaño, ahora abriéndose y tomando su pene. Las pequeñas manos de Joaquín tiraban del largo cabello de Emilio. Sabía que él amaba cuando hacía eso.

–Aguanta un poco más –El rizado dijo en un gemido.

Aceleró sus movimientos de cadera y en él miembro de su esposo para que los dos pudieran llegar a la liberación pronto.

No querían que esto acabara muy pronto pero, se sentían cansados. Estaban a punto de tener su tercer orgasmo de la noche, sin contar los de la mañana y la tarde.

Se habían pasado el día compartiéndolo juntos. Los niños se quedaron en casa de la mamá de Emilio para que ellos pudieran disfrutar.

–Emi voy a... -no logró terminar la oración, cuando gimió al momento de correrse.

–¡Joaquín! -gritó el de ojos café unos segundos después, viniéndose dentro del más bajo.

Emilio dejó caer su rizada cabeza en el pecho desnudo de su chico, poco le importó que éste estuviera manchado de la esencia del otro.

–Para ser un viejo de 31 años sigues haciéndolo bien -bromeó Joaquín.

–No seas un grosero, tú tampoco eres un jovencito que digamos -alzó la cabeza para mirarlo.

–Me perdonas pero aun tengo 29. Todavía soy joven.

–Si, como no. Feliz aniversario cariño y Feliz, hmm -miro el reloj que descansaba en el buró a un costado de la cama-, feliz Navidad.

–Felicidades a ti también, mi amor.

Emilio rió, acercándose a los labios de Joaquín para besarlos delicadamente. Se puso a un lado de él y abrió sus brazos para que el ojimiel entrara en ellos.

–Buenas noches, Emi -susurró Joaquín, besando su pecho.

–Buenas noches, bebé.

Minutos después de unas leves caricias al cabello de su esposo por parte de Emilio, se quedaron profundamente dormidos. Ya mañana limpiarán.

(...)

La mañana del 6 de enero, Joaquín se levantó muy temprano para prepararse él mismo y a sus pequeños para ir a la escuela. Hoy retomaban las clases después de unas merecidas vacaciones navideñas.

Entró a la habitación de los mellizos, los observó en la oscuridad. Los dos bultitos de mantas subían y bajaban pausadamente.

Se sentó primero en la cama de Alessia, apartó su pelito que le cubrían los ojitos y besó su frente, suavemente. La castañita se removió al sentir los fríos labios de su padre sobre su piel y fue despertando muy lentamente.

–¿Papi? ¿Pasa algo? -preguntó con voz pausada, restregando sus ojos con los puños.

–No, preciosa. Sólo que es la hora de levantarse para ir a la escuela.

❁ Babies for Joaco || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora