3. DECISIONES.

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Capítulo 3. 

(Capítulo editado)

Mientras el tiempo pasaba, yo seguía temiendo de hasta el mínimo ruido. Estaba cayéndome del cansancio, necesitaba dormir, pero ¿Y si mientras duermo, aprovecha y me mata? ¿Y si no despierto ya nunca? ¿Y si...?

Sentía ganas de pasarme los dedos entre el cabello, de arrancármelo de la angustia, estaba entrando en una crisis nerviosa, y Harry no volvía. Había bebido el agua que me había traído, un poco desconfiada al principio, pues podía haberle puesto algo, sin embargo, mi garganta estaba seca, tenía que hidratarme, ya que las lágrimas que había derramado iban a dejarme completamente seca por dentro.

Jamás pensé que esto pudiera ocurrirme a mí algún día, son el tipo de cosas que uno no se cuestiona si le pasarán algún día. Simplemente llegan solas, y te hacen preguntar ¿Por qué a mí? ¿Cómo permití que sucediera? Y ¿Me merezco esto?

Con cientos de cosas en mente, las diferentes cosas que podría hacerme, las distintas y variadas torturas que podría hacerme sufrir. Bostecé, y me negué a cerrar mis ojos, pero mi fuerza de voluntad no era mucha, así que más pronto que tarde, mis ojos se cerraron sin que yo pudiese impedirlo, y sin que Harry hubiera vuelto a la habitación para decirme mi destino, o llevarme a el.

Me quedé dormida en contra de mi voluntad, caí profundamente en un sueño del cual no deseaba despertar, y si lo hacía, que fuese en mi habitación, en mi departamento, con todo en orden, sin haber conocido a este hombre.

...

— Vamos, levántate. Arriba.

Me quejé mientras alguien me movía para hacerme despertar. Tenía demasiado sueño como para abrir los ojos, necesitaba dormir más, no sabía cuánto había estado dormida, pero no me era suficiente, aún me sentía agotada.

— No tengo todo el puto día. Muévete.

Me levanté sobresaltada, no reconocía esa voz. ¿En dónde estaba?

Inmediatamente caí en la dura realidad, cuando vi aquellos ojos verdes, supe que desgraciadamente, nada había sido una pesadilla, y yo realmente estaba atrapada con un asesino, mientras él decidía que hacer conmigo.

Me preguntaba si ya había tomado una decisión, sabía que iba a hacer conmigo después de todo. Sólo ruego porque no me haga sufrir demasiado.

— ¿P-puedo saber la hora? — pregunté apenas, pues recordaba perfectamente su amenaza.

No sabía si iba a hacerme algo por hablar sin que él me lo autorizara. Normalmente no seguiría las órdenes de un maldito criminal, sin embargo, mi vida estaba en sus manos, y debía hacer cualquier cosa que me hiciera ganar puntos con él, quizá siendo obediente, demostrándole lealtad, pueda ganarme su confianza, y así probablemente, solo si fuese posible, me dejaría ir.

Con una sonrisa torcida, observó el reloj de su muñeca y alzando una ceja, dijo.

— Las 10:30 am.

En media hora empezaba mi turno en la tienda, me pregunto si notarán mi ausencia.

Estaba inclinado, demasiado cerca para ser sincera. Me había incorporado ya, me encontraba sentada a la orilla de la cama, con mis pies aún arriba. Estaba en el mismo lugar en el que me había quedado dormida. Al menos me dejó estar, y no me hizo nada durante el tiempo que dormí.

Inevitablemente, tallé mis ojos, debía desperezarme. Un bostezo salió sin permiso. Era tarde por la mañana, acostumbraba a levantarme temprano por la Universidad, pero todo esto me tenía comiendo la cabeza, no estaba tranquila, sabiendo que me encontraba en la misma casa con un asesino y sus cómplices, incluso, ahora estábamos en la misma habitación, y lo tenía invadiendo mi espacio personal.

The Devil is Beautiful |H.S - A.U.| (+18) -Corrigiendo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora