EPÍLOGO

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Waverly estaba en casa, descansando mientras esperaba a Nicole, su hermana, Henry, su sobrina, el hermano de la pelirroja junto con sus hijos y mujer y, por último pero no menos importante, su propia madre. Habían sido unos años raros generalmente por el tema de Michelle. Hacía muchos años que no se hablaban entre ellas pero la llegada de Alice hizo recapacitar a la mujer. Ahora todos se llevaban muy bien y eran felices como familia.

La primera en llegar fue Michelle junto con Wynonna, Alice y Henry. Todos vestían de forma elegante a causa de la cena extraordinaria que montaban anualmente sin falta. Era un día especial donde todos se veían y viajaban para verse los unos a los otros hasta la casa de los anfitriones. Este año, Nicole y Waverly.

-¿Cómo estás cariño?-Preguntó Michelle mientras besaba la mejilla de su hija.

-Bien, cansada. He tenido muchos exámenes que corregir pero por suerte he acabado el trabajo esta tarde, así que esta noche la tengo totalmente libre para celebrar-Comentó con una sonrisa la pequeña de las hermanas.

Michelle sonrió y se sentó en una punta del gran sofá. La siguiente a la que fue a saludar fue Alice. Bueno, intentar sería más exacto.

-¡Hola Alice!-Waverly abrió los brazos pero la chica pasó de largo, con su mirada fija en la pantalla de su teléfono y sentándose en el otro extremo del sofá.

-Suponemos que se le pasará-comentó Henry junto con un abrazo.

-Sí, los catorce no le han sentado muy bien-Dijo Wynonna copiando el gesto de su pareja-¡Alice Earp Holiday, ven ahora aquí mismo y saluda a tu tía!

La chica, al percibir el enfado de su madre, tiró inmediatamente el teléfono sobre el sofá y corrió para abrazar a Waverly.

-Así me gusta-Agradeció Wynonna con aires de grandeza.

-¿Dónde está la tita?-Preguntó Alice, haciendo referencia a Nicole.

-Ahora volverá del trabajo. Ya sabes cómo es, hasta que no esté todo en orden no para-Dijo Waverly con una sonrisa, abrazando a su querida sobrina.

Alice sonrió y asintió en forma de correspondencia, para después sentarse de nuevo en el extremo del sofá. Pero, esta vez, decidió hablar un poco con su abuela y preguntarle sobre su vida social con las abuelas de sus amigos o tardes intensas de bingo online.

Minutos después, todos juntos, prepararon la mesa e hicieron los últimos retoques en la cena de ese día. Todo estaba listo: la cena, la mesa, los regalos de agradecimiento...excepto una cosa...Nicole.

Fue magia. Waverly pensó en ella y, segundos después, picaron a la puerta. La pequeña de las hermanas, felizmente abrió la puerta. Nada más entreabrirla un poco, dos pequeñas bestias se abalanzaron sobre la profesora como leones sobre su presa. Pero, en vez de ser dos depredadores extremadamente peligrosos, eran sus pequeños hijos junto con Nicole.

-¡Mama!-Gritó la pequeña Rachel de ocho años.

-¡Hola!-Exclamó el pequeño Nathan, también de ocho años.

-Buenas noches...-Saludó Nicole mientras intentaba pasar por el remolino de niños. Se intentó acercar hasta Waverly y, con mucha suerte, se pudieron dar un pequeño beso torpe antes de que sus hijos la tiraran al suelo para abrazarla.

-¡Hoy hemos ido al trabajo con mami!-Explicó alegre Nathan.

-¡Sí! ¡Y había un ladrón en la calle! ¡Y mami lo atrapó!-Continuó Rachel.

Los gemelos saltaban sobre Waverly mientras que Nicole y Henry intentaban separarlos de la madre para que no la acabaran matando. Todos reían viendo la estampa. Los gemelos, entretenidos, no se dieron cuenta aún de que toda su familia estaba allí pero Rachel levantó la mirada y vio la mesa.

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