Capítulo 1

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Adoro mi carrera, pero la historia de la psicología es una tortura.

Las horas hoy parecen pasar más lentas de lo normal, y de repente me encuentro en la cafetería con el teléfono vibrando en mi bolsillo.
Cuando lo saqué y ví la pantalla, recé para que no sucediera de nuevo la misma historia.

-Hola mamá. -contesté.

-Soy Kath de nuevo... -dijo la voz de mi vecina.

Soplé y me pasé la mano libre por el pelo, preocupada.

-Dime que está bien, por favor. -supliqué.

-Esta vez ha sido leve, pero la he encontrado frente a mi casa, en medio de la carretera y ni siquiera se movía. La tengo aquí, te aviso por si llegas a casa y no está. -explicó.

-Cuando termine iré hacia allá, gracias de nuevo Kath... y disculpa las molestias.

-Tranquila cielo, no es nada. -dijo. -Te dejo, que intenta levantarse.

-Sí, sí, adiós Ka-.... -colgó, no me dió tiempo a terminar la frase.

Dejé el teléfono sobre la mesa, lo hice tan fuerte que el café de mi vaso se derramó un poco.

-Maldita sea. -dije indignada.

En medio de mi indignación, escuché unas voces fuertes que me hicieron salir del trance.
Levanté la mirada y vi tres chicas en la puerta de la cafetería.

No las conocía, pues la Universidad es muy grande y hay miles de alumnos y muchisimos pasillos.

Dos de ellas intentaban detener a la otra, quien gritaba enfadada e intentaba zafarse del agarre de las chicas.

-¡Soltadme! -gritó. -Os juro que os pegaré, ¡soltadme coño!

-¡No vas a ir a ningún lado! -gritó una de las que la sujetaban. -Déjalo en paz, ya sabes que siempre hace lo mismo.

-¡Le hace daño! ¡Le está haciendo daño Zoe! -gritó. -Soltadme... -sollozó sin muchas fuerzas.

La chica de pelo azúl y ropa oscura, calló de rodillas al suelo, tapándose la cara y comenzó a llorar.
Las que supuse que eran sus amigas se arrodillaron junto a ella e intentaron calmarla.

Cogí mi café y me fuí de la cafetería pensando en que no era la única que tenía una vida de mierda y problemas que no me dejan dormir por las noches.

-¡Te encontré!

Después de llevarme la mano al pecho y de hacer un equilibrio magistral para que mi café no se derramara de nuevo, le di un codazo a Shawn.

-Si me llegas a tirar el café, juro por Dios que me compro otro sólo para tirártelo encima. -le dije. -Y pediría la leche caliente, muy caliente.

-Las manchas de café estropearían esta camisa tan blanca y bonita, me enfadaría mucho contigo. -dijo abrazando mi brazo con el suyo y comenzando a caminar. -¿Y ese humor? Casi que huelo el humo que sale por tus orejas.

Soplé.

-Lo de siempre. -dije. -De nuevo Kath está cuidando de mi embriagada madre.

-¿Otra vez? Pero si la última vez fué...

-Sí, ayer. -terminé la frase. -Y cada día bebe más.

Shawn bufó.

-Debes hacer algo de una vez, ya comprobaste que hablando con ella y usando lo poquito que sabes de psicología, no funciona. -dijo mi amigo. Lo fulminé con la mirada.

After you | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora