Capítulo 47

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—Está bien, tú... tú ganas.

Arqueó su espalda, necesitando más contacto por mi parte.

—¿Qué dijiste? —pregunté mientras mis dedos salían y entraban lentamente.

—Tú ganas, Alisson por favor... Déjame tocarte.

La escena en la barra con Sabrina no fué la única de la noche. Billie se la pasó provocándome, haciendo que no pudiera esperar a irnos.
Debía vengarme, y cuando llegamos al apartamento la conduje hasta la habitación, nos desnudamos y sin darle tiempo a reaccionar, até sus muñecas con una de sus camisetas largas.

Llevaba media hora sin poder tocarme, y yo la provocaba tanto como ella hizo conmigo en esa discoteca.

Pero su cara de placer y fastidio a la vez, junto con sus súplicas, me dijeron que ya había sido suficiente.

—Está bien. —dije sacando mis dedos y sentándome a horcajadas sobre ella.

Me incliné hacia sus muñecas atadas sobre su cabeza y con un rápido movimiento, las desaté.
Sin darme tiempo a coger aire, Billie se inclinó y atacó mis labios de manera hambrienta.

No se cómo terminó encima de mi, pero todo uso de razón se fué a la mierda cuando sentí sus dedos penetrándome con fuerza.
Abracé su cuello con un brazo y con la otra mano, la imité.

Gemiamos sin parar una en la boca de la otra, intentábamos besarnos pero el placer estaba ganando la batalla.
Mi corazón latía desbocado mientras sus expertos dedos me llevaban a lo más alto.
En nuestros cuerpos se instaló una fina capa de sudor, casi no podía respirar pero tampoco quería que se detuviera.

—Dios... —gemí cerca de su oreja.

Mordí su lóbulo mientras las dos llegábamos a un fuerte orgasmo. Una ola de calor atravesó nuestros cuerpos, herizando nuestra piel a su paso y con un sonoro suspiro, se dejó caer sobre mi.

—Empate. —dije mientras respiraba con dificultad.

—He ganado y lo sabes. —susurró apoyándose en sus codos.

Gracias a que la luz estaba encendida, pude ver sus ojos azules cerca de mi, con ese color tan bonito y especial. Su pelo estaba revuelto y sus mejillas rosadas.

—No voy a discutir eso. —acaricié una de sus mejillas. —Siempre me ganas...

En sus labios se formó una tierna sonrisa.
Sus ojos me decían todo el cariño que sentía por mi, todo lo que me amaba sin necesidad de hablar.
Ellos hablaban por sí solos, y por eso me gustaban tanto... Porque eran como una capa de cristal en la cual detrás de esta se escondían todos sus sentimientos y podías verlos en todo su esplendor.

—Te amo. —dijimos al unísono.

***

Unos días después...

—No me puedo creer lo rápido que ha pasado la semana. —dijo Shawn moviendo su café.

—Dimelo a mi... —suspiró Billie.

Tomé su mano bajo la mesa y nos regalamos una sonrisa triste.
Esos siete días pasaron volando, y no quería irme por nada del mundo.

—Ojalá pudiera quedarme aquí, empezar de cero en esta ciudad, terminar la carrera y encontrar un trabajo... —comenté.

—¿Y por qué no lo haces? —quiso saber Lauren.

—Mi madre tiene su vida allí... Tiene un trabajo. —expliqué.

—A tu madre no se le ha perdido nada en Toronto. —dijo Shawn. —Puede encontrar un trabajo aquí perfectamente.

Miré a Billie y en sus ojos vi esperanzas.

—No es tan fácil. —agaché mi cabeza. —Ella siente que debe permanecer ahí, en esa casa... Cree que si se va algún día le estará dando la espalda a mi padre.

Sentí la mano de Billie apretar la mia reconfortantemente.

—Debe dejarlo ir algún día... —dijo Billie. —Tiene que saber que no estará dándole la espalda, él va a estar con vosotras a donde quiera que vayais.

—Y tienes razón. —la miré. —Pero convencer a mi madre es más difícil.

***

No quería soltarla, no quería alejarme de ella. No quería extrañarla de nuevo, eso dolía mucho.

—Vas a perder el avión, Ali... —dijo aún con su frente pegada a la mia. —Por favor... no lo hagas más dificil.

Me abrazaba a su cintura como si no hubiera un mañana, dejé caer mi cabeza en el hueco de su cuello y inhalé su aroma por última vez.
De nuevo las lágrimas inundaron mis ojos y me dejé llevar por la tristeza que se acomulaba en mi pecho.

—No se cuando voy a volver a verte. —sollocé. Sus brazos abrazaron fuerte mi cuello. —No puedo Billie, es muy dificil...

—Sí puedes. —cogió mis mejillas entre sus manos y me miró a los ojos. —Esperaría por tí toda una vida, incluso más... Volveremos a vernos, mi amor... Estoy segura de que la próxima vez que nos veamos ya no vamos a separarnos nunca más.

—¿Y si pasan años? —pregunté perdiéndome en sus ojos.

—Si pasan años... cuando vuelva a verte estará todo igual. —secó mis lágrimas con sus pulgares. —El amor que siento por tí es tan grande que no va a apagarse nunca, quiero que entiendas eso... Si tu miedo es que deje de amarte, quítate eso de la cabeza porque sería como dejar de respirar. Eres tú la que me ha dado las ganas de vivir, y yo quiero continuar con vida.

Ahora estábamos llorando las dos.

—Después de tí... —susurré acunando también sus mejillas.

—Todo tuvo sentido después de tí... —dijo, repitiendo las palabras que dejó en la carta antes de irse.

Y nos besamos como si fuera la última vez, con ese miedo de no volver a vernos, con ese amor tan grande que nos unía. Me perdí de nuevo en sus labios, en su lengua enredándose lentamente con la mia encajando a la perfección.

Ese beso quitó todos mis miedos e inseguridades, ese beso me dijo todo lo que no se puede explicar con palabras.
Juntamos nuestras frentes.

—Te amo tanto Alisson... —susurró.

—Y yo a tí... como nunca he amado a nadie.

Y después de miles de besos y un abrazo que podría haber sido eterno, me fuí dejándola allí de pié, mirándome con lágrimas en sus ojos y prometiéndome con la mirada que volveríamos a vernos.
Mi corazón se quedó en el aeropuerto de Nueva York, concretamente entre las manos de Billie.
Le perteneceía, era suyo al completo.

Yo era suya al completo.

Y de vuelta a la rutina... de vuelta a ese sufrimiento por extrañarla. Porque dolía como nunca, la necesitaba a mi lado, me debilitaba sin ella.
De nuevo la extrañaría por las noches mientras mi cabeza recordaba esos siete días en Nueva York, el día que nuestros ojos conectaron en mitad de la calle, el abrazo que nos dimos al reencontrarnos, cada beso, cara caricia, cada vez que me hizo gritar su nombre...

Las vistas que tenía en la ventanilla de ese avión no ayudaban.
Todo era tan azul... como sus ojos, como esos ojos que me dejaban sin habla, sin respiración...

—Volveremos a vernos, mi vida... —susurré mirando las luces de esa ciudad haciéndose cada vez más pequeña.

————-

Capítulo corto pero significativo.

Espero que la historia os siga gustando igual que el primer día.

También espero que quien esté leyendo esto esté bien, san@ y salv@. ❤️

Hasta pronto, ¡os quiero!

—Karla.

After you | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora