Capítulo 3

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Durante esas horas de espera, Drew y la que por fin se presentó, Zoe, compartieron varias palabras conmigo.

Se veían dos chicas encantadoras, amables y sociables. Hablaron de Billie como si ella fuera una persona muy importante en sus vidas, y por cómo hablaban de ella, supe que lo era.

Me confesaron que Billie empeoró cuando su hermano mayor murió hace pocos meses.
Mi corazón se quedó en un puño durante horas después de esa confesión, no podía ni imaginarme por lo que debía de estar pasando esa chica.

Me dieron ganas de abrazarla y de decirle que todo iba a estar bien, pero para eso estaban sus dos mejores amigas que se veía a kilómetros que amaban incondicionalmente a esa chica de pelo azúl.

Drew y yo intercambiamos números de teléfono, le dije que me escribiera cuando la entrara a ver y se cerciorara al 100% que estaba bien.
Aunque ya era de noche y era tarde, sabía que esa noche no podría pegar ojo.

—¿Dónde estabas? —preguntó mi madre saliendo de la cocina cuando entré en casa.

Secaba sus manos con un trapo, iba vestida con ropa limpia que no estaba manchada de alcohol.
Me acerqué a ella cuando dejé las llaves sobre el mueblecito de la entrada.

—Ha sido... un día raro y largo. —dije dándole un beso en la mejilla.

No olía a alcohol, quizá levemente porque debió beberse alguna cerveza.

—Me tenías preocupada, no contestabas ni los mensajes ni las llamadas. —dijo cruzándose de brazos.

Sus ojos me miraban fijamente, enfadados y entrecerrados.
Sonreí y levantó una de sus cejas.

—¿Y ahora por qué sonries? ¿No ves que estoy enfadada? —dijo golpeándome flojito con el trapo en mi brazo.

—Es que hacía tiempo que no te preocupabas por mi. —dije poniéndome seria sin querer.

Su mirada enojada cambió a una triste, muy triste. Me arrepentí de mis palabras enseguida.

—Quiero decir...

—No. -levantó su mano. —Tienes razón.

Me acerqué a ella, agachó su cabeza avergonzada y la abracé.

—Estoy contenta de verte así, mamá. —le dije.

—Lo siento tanto... -dijo abrazándome con fuerza y oliendo mi pelo. —No soy una buena madre, soy horrible.

Me separé un poco para mirarla a los ojos.

—No digas eso, mamá. Siempre has sido una buena madre, siempre has cuidado de mí y me estás manteniendo tú sola. —contesté.

Hizo una mueca de desaprovación.
Me gustó mirar a mi madre a los ojos y verla tal y como es.
Guapa, sin ojeras, sin el maquillaje corrido, con su tono normal de piel, sin esas venas rojas en los ojos por haber bebido tanto.

Ella era hermosa, tanto por dentro como por fuera, y no dejaría que cayera en manos del alcohol.

—Perdí el trabajo hace dos meses, por ser una irresponsable. —dijo. —Y estamos viviendo con una miséria. Por mi culpa.

Sonreí.

—¿Tú quieres cambiar? —pregunté.

Asintió con los ojos llorosos.

—Entonces debes hacerme caso, harás e irás a donde yo te diga y cumplirás tu palabra. —le dije.

Asintió de nuevo y besó mi mejilla.

After you | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora