2. Planeando un viaje

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23 de junio de 2018

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23 de junio de 2018

El resplandeciente sol iluminaba todo a su alrededor, el viento barría las hojas que caían de los frondosos árboles y las hermosas aves sobrevolaban la gran ciudad de Houston, Texas. La institución Jeffrey Murray High School abría sus puertas para iniciar un nuevo día de clases. Los alumnos se dirigían a sus respectivos salones, todo era un completo caos.

Thomas Burke era un chico de diecisiete años de edad, tenía el cabello corto y de color castaño, el cual hacía juego con sus deslumbrantes ojos marrones. Uno de sus rasgos más característicos, era que cuando hacía mucho frío, ciertas partes de su rostro se sonrojaban, tales como la nariz, mejillas y orejas. Para muchos, este peculiar rasgo lo hacía ver tierno e inocente, sin embargo, Thomas pensaba que en verdad se veía feo y hasta cierto punto, estúpido. El chico era conocido por ser una persona humilde, alegre y educada; también por su innegable don para cocinar. Durante esa tranquila mañana, se encontraba en su respectivo asiento, copiando lo que el profesor Edward Thompson iba escribiendo en la pizarra; la clase de Literatura era su favorita. Al observar la mesa del docente, pudo ver que esta estaba repleta de papeles y libros desorganizados; su excesivo perfeccionismo no le permitía estar en paz.

En otro salón se encontraba Jordan Butler. Tenía diecisiete años, poseía un brillante cabello negro y una mirada de superioridad. No solía poner mucha atención en clase, ya que todas las asignaturas le parecían aburridas e innecesarias. La educación era como una cárcel para él: un lugar oscuro y repleto de torturas. Lo único que le gustaba hacer en las lecciones, era divertirse con su mejor amiga, Corina Murphy, la cual tenía ciertas actitudes que lo hacían reír. Ella era de la misma edad que Jordan, tenía una preciosa melena rizada que caía sobre sus hombros y su piel estaba un tanto bronceada. Era una chica estudiosa y aplicada, sin embargo, le encantaba divertirse junto a su mejor amigo, puesto que ambos compartían comportamientos similares: amaban criticar a los ridículos del salón, se reían de los chismes que rondaban por los pasillos y les apasionaba hacer bromas de vez en cuando. Esa mañana, ambos estaban planeando una de sus maldades.

—Corina —susurró Jordan—, ¿trajiste todo lo necesario para lo que acordamos?

—Sí, en mi mochila tengo lo que me pediste —respondió, entre risas.

—Estaba pensando en hacérsela a la profesora Inés Gallagher, pero creo que es una mala idea...

—¿Por qué lo dices?

—Ya conoces a esta vieja arrugada, es una delicada en todos los aspectos.

Corina trató de contener la risa, no quería que la señora Gallagher la regañara frente a todos, como siempre solía hacerlo.

—¿Estás loco? Si le hacemos esto estaremos en graves problemas.

En ese momento, la docente se puso de pie y tosió unas cuantas veces.

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