13. El sótano

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Los profesores recibieron una llamada telefónica, en la cual se les indicaba que debían presentarse urgentemente en las oficinas del campamento

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Los profesores recibieron una llamada telefónica, en la cual se les indicaba que debían presentarse urgentemente en las oficinas del campamento. Al llegar, un hombre de contextura gruesa y de cabello entrecano los esperaba en un pequeño vehículo.

—Entren al auto, debo mostrarles algo —dijo con cierto aire de misterio.

—¿A dónde nos va a llevar? —Inés arqueó una ceja.

—Basta de preguntas, solo suban y esperen a que lleguemos.

Se dirigieron a una zona bastante alejada. Durante la mayor parte del trayecto, todos permanecieron en completo silencio.

—No entiendo, ¿por qué nos hicieron venir hasta aquí? —musitó la señora Gallagher, confundida.

—Ni idea, Inés. —Edward miró al guía por el rabillo del ojo—. No me atrevo a preguntar nada porque creo que es una persona algo complicada...

Llegaron a un extenso campo, no había rastros de ninguna cabaña, parecía ser una zona completamente abandonada y que enterraba algo de historia.

—Bajen del auto. No avancen sin mí —expresó aquel hombre, desinteresado.

Al subir una gran colina, se detuvieron. Era similar a una especie de cráter.

—La búsqueda fue extensa, pero por fin logramos encontrar su vehículo desaparecido. —Se rascó la barbilla, se notaba que estaba preocupado por algo—. Solo que no está en las mejores condiciones, obsérvenlo por ustedes mismos...

Los docentes bajaron la mirada y lo que vieron los dejó impactados: la buseta yacía en medio del campo, completamente carbonizada.

—¡Santo Dios! ¡Nuestra buseta! —exclamó Inés, alterada.

—¿Qué fue lo qué pasó aquí? —preguntó William, desconcertado.

—Esta mañana estábamos revisando esta área para ver si descubríamos alguna pista del paradero de su vehículo. Cuando vimos los restos de este, decidimos avisarles de inmediato. Por el momento no sabemos quién fue el responsable del incidente, pero intentaremos llegar al fondo de esto.

—Entonces, ¿cómo vamos a regresar a la ciudad? Nuestra estadía está a punto de cumplirse...

—Sugiero que conversen con el señor Donovan, tal vez él pueda ayudarlos.

—¿Está usted loco? —refutó Inés.

—Pues no creo que tengan otra opción...

—No se preocupe, nos contactaremos con nuestra institución para ver si pueden hacer algo al respecto —interrumpió Edward, fingiendo una sonrisa.

—Como quieran, ese ya no es mi problema. Eso era todo, pueden regresar a la cabaña.

De regreso a las oficinas, los docentes intentaron conversar con Joshua Donovan, sin embargo, este se encontraba en una importante reunión.

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