A los ocho años le rompí el cuaderno a un compañero de clases porque él, había rayado el mío; esa fue la primera vez que me llamaron a inspectoría. Prometí a mi padre no volver hacerlo. Lo cumplí por un tiempo, luego, cuando falleció me enfurecí con el mundo y buscaba cualquier excusa para olvidarme de que él ya no estaba a mi lado. A los diez años le arrojé un vaso de jugo de una niña que siempre molestaba con insultos a Claire; nuevamente volví a inspectoría.
Con el tiempo, Elliot me enseñó a defenderme, lo cual fue un grave error. A esa misma edad, de diez años, golpee a un compañero por decirme fea, luego él se disculpó y me dijo que esa era su manera de decirme que le gustaba. Nuevamente lo golpee porque no quería gustarle y volví a inspectoría. De ahí en adelante perdí la cuenta de cuantas veces estuve frente al director recibiendo castigos por mis actos erróneos y poco racionales.
¿Por qué estoy recordando esto?
Bueno, empezaba a creer que debía cambiar mi actitud. Si bien recuerdo mi objetivo era Elliot, dejarlo en la cima tanto en sus estudios como en su buen ejemplar de estudiante era mi prioridad, y lo único que estaba haciendo era seguir mis impulsos y ocasionar mas problemas en mi camino, y eso debía cambiar.
—Oye, problemas, podrías ayudarme. Estoy haciendo solo el trabajo y tu ni te mueves —dijo, fingiendo trabajar arduamente, aunque en realidad solo había estado limpiando el mismo lugar.
—¿Cómo me llamaste? —Ignoré su fingido cansancio y me centré en el apodo que alcanzaron a escuchar mis oídos.
—Problemas —repitió sin mucho interés—. Te queda muy bien. Desde el momento en que te conocí me diste a entender que tu pasatiempo favorito son los problemas. Así que el nombre me gusta para ti —finaliza, haciendo una mueca de conformidad.
—¿No crees que ese nombre te queda mejor a ti?
—No. Este año me he portado bien.
—¿Y qué me dices de tus peleas con William? —pregunté enarcando una ceja.
—Son gracias a ti.
La sonrisa de triunfo que observé en sus labios no me permitió refutar, simplemente porque el muy idiota tenía razón.
Una vez que finalizamos el castigo, salimos del baño y al momento de hacerlo las duchas comenzaron a aglomerarse como si hubieran estado esperando el momento preciso para entrar a usarlos. Los chicos venían semidesnudos; algunos solo llevaban una toalla que envolvía sus caderas y sus torsos venían completamente desnudos, evité mirarlos a toda costa y me escabullí entre todos ellos, intentando librarme de ese incomodo momento, apresurándome en llegar al primer piso fui a refugiarme en la cocina.
Escuché una risa a mis espaldas. Me giré para comprobar y me percaté de que Danniel venía detrás de mí.
—¿Va a existir el día en que dejes de burlarte de mí? —cuestioné con el ceño fruncido.
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Fingiendo ser una de ellos [Completa] ✓
Novela JuvenilSer idéntico a alguien trae sus propios beneficios. Ellie lo descubrió cuando se hizo pasar por su hermano mellizo quien, debido a un accidente automovilístico quedó en estado de coma permanente, teóricamente lo hizo para salvarle el futuro cuando n...