4. Lucirse y competir

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Tuve una seria conversación con Jonny a eso de las nueve de la noche. Nuestro cuarto parecía ser el mejor lugar para resguardar tranquilidad. Se encontraba sentado al borde de la cama con el ceño fruncido, mientras yo le recriminaba como una madre a su hijo. Prácticamente me sentía con la responsabilidad de incrustarle en su cerebro que él no era una marioneta a la cual podían manipular.

El chico parecía tan concentrado en mis palabras que llegue a pensar que algo de efecto estaba surgiendo, hasta que levanto la barbilla, se acomodó los anteojos y abrió su computadora quitándome toda su atención.

—No puedo defenderme, Elliot, estoy condicionado. Además si mis padres se enteran que golpee a alguien de este colegio, ellos mismos se encargarían de sacarme de aquí —dijo con pesadez, volviendo sus ojos a la pantalla de su computadora como si ese fuera su único refugio al que podía acudir.

Resignada con su actitud, no así con su respuesta, llegué a la conclusión de que a Jonny le faltaba un incentivo para valorarse como hombre, y yo me encargaría de que lo obtuviera, o al menos lo intentaría.

Me aventure de manera sigilosa a los corredores que llevaban a las duchas. Estaba esperando el momento adecuado para que todos ya estuvieran en sus cuartos y así, yo poder darme un baño sin ser descubierta.

Asegurándome de estar sola, comencé a desvestirme en el corredor que separaba los baños y duchas, pero el sonido de una puerta abriéndose me alertó, rápidamente volví a ponerme la ropa. Fue un caos; el piso estaba resbaloso, tropecé bruscamente con los pantalones y terminé colocándome la polera al revés.

Gire sobre mis talones encontrándome con los ojos verdes de William Milson. Me observaba con cierta confusión. Apenas me percaté de que llevaba el torso desnudo y una simple toalla le cubría por la cintura, me gire a otra dirección acaloradamente.

—Lo siento —me disculpe precipitadamente—. Creí que no había nadie y...

—¿Por qué te disculpas? —Me interrumpió—, ¿acaso nunca has visto tu cuerpo desnudo?

Claro que sí, pero mi cuerpo no luce nada similar al tuyo, menos con esos abdominales tan... interesantes.

—Eh... sí por supuesto —respondí de manera natural, volviendo mis ojos a su persona— Es solo que creí que a ustedes no les gustaba que los miraran tan de cerca.

—¿Ustedes? —Preguntó incrédulo—, ¿qué quieres decir con eso?

—Estudiantes del colegio New Center —solté en un tono despectivo. Retome una postura firme, recordando que a este chico ya lo había enfrentado esta la mañana—. Muchos de ustedes tienden a creer que son superiores a los demás.

Me miró con el ceño fruncido, sus ojos me interceptaron de manera desafiante, más todavía cuando se cruzó de brazos. Su postura era similar a la de Danniel, pero con más sutileza.

—¿Tú no te acuerdas de mí, verdad? —preguntó desprevenidamente.

—¿Debería hacerlo?

—Vaya, ¿quién es el que se cree superior ahora? —enarcó una ceja interrogativa—. Competimos en el campamento de matemáticas —agregó, percatándose de que mi memoria no fue capaz de recordarlo.

¿Competimos?, William de verdad que lo único que le importaba era competir.

Ahora todo tenía sentido, las miradas desafiantes y enigmáticas —en especial en la clase de matemáticas— iban dirigidas a mí solo con el interés de buscar un nuevo desafío. Probablemente el creía que mi coeficiente intelectual estaba por encima de lo estimado para alguien común, aunque su teoría era cierta refiriéndose a Elliot. Pero yo, Ellie Duarte no tenía ningún afán por competir por algo en lo que era un verdadero fiasco.

Fingiendo ser una de ellos [Completa] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora