Sarada

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—Preciosa...—le susurró en el oído.

—Jmjm, buen día amor. —se dió la vuelta y le abrazó.

—¿Te parece un "mañanero" antes de levantarnos? —preguntó en tono seductor mientras acariciaba sus labios.

—Yamanaka-sama que atrevido. —reía juguetona, besándole.

La escena fue abruptamente interrumpida por un pequeño rubio que gritaba abriendo la puerta de la habitación de la pareja.

—¡Papá, mamá! ¡Ya es de día, es hoy, es hoy! —se lanzó a la cama de sus padres con emoción.

—¡Inojin! ¿No sabes tocar? —Ino se cubrió con las sábanas, regañando al pequeño.

—Sí, obviamente tuve que tocar la puerta para abrirla y eso hice.

—No me refería a eso.

—¿Ya estás listo para ir a practicar paisajismo, pequeño Inojin? —su padre le abrazó.

—¡Sí! Ya tengo lista mi mochila con todos mis utensilios de pintura, papá. Vamos, vamos, levántate ya. —le tiraba del brazo.

—Primero hay que desayunar. ¿Está bien?

—¡Sí! —corrió al comedor.

—Pff, cada día se parece más a ti. —Ino comenzó a vestirse.

—No te pongas celosa, preciosa. —se acercó a ella para abrazarla.

—¡Nada de eso! —se apartó sonrojada —Anda ve a preparar el desayuno, Inojin te espera.

—Bien. Pero en la noche lo compensaremos.

—¡Sai! —se cubrió el fuerte sonrojó, mientras el pelinegro se dirigía a la cocina con una sonrisa.

Después del desayuno, se prepararon para ir al parque.

—¡Mamá apresúrate! El sol está en la mejor posición para pintar. —Inojin ya estaba en junto a la puerta de salida.

—Inojin, ven aquí. —Sai se aproximó a él para ponerle los zapatos y limpiarle la cara.

—¿Están listos? —la Yamanaka se aproximó a ellos.

—¡Sí! —Inojin le dió la mano a sus padres y salieron.

En el camino Sai e Inojin hablaban sobre cómo dibujar el cielo, mientras Ino se sorprendía de lo rápido que Inojin aprendía sobre colorimetría.

Al otro extremo de la calle, caminaban tranquilamente Sakura y Sarada, camino al hospital infantil de Konoha.

—Mamá, ¿a quién visitaremos hoy?

—Oh, hoy visitaremos a Akuma-kun, es un pequeño que acaba de perder a sus padres en un incendio. Debemos ser gentiles con él y no hablar sobre su mamá o papá, ya que llorará, ¿entiendes Sarada?

—Sí.

La pequeña pensó un poco en la situación de aquel niño.

—Mamá...

—Dime.

—¿Llorará porque no verá más a sus padres?

—Sí, pensar en eso lo pone triste.

—Ya veo. Pero, ¿por qué?

—¿Ah?

—Yo no lloro cuando pienso en papá, y nunca lo he visto... ¿Alguna vez veré a papá, mamá?

—Sarada...—los ojos de la pelirrosa se llenaron de lágrimas.

Sarada sabía cómo lucía su papá, por fotos, pero quería conocerlo.
Algo a lo lejos llamó la atención de la pequeña.

One Shots (SaiIno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora