Capitulo 9 T3

950 59 7
                                    

Capítulo altamente sensurado. Precauciones !

^^^ necesitaba que todos se fueran^^^

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

^^^ necesitaba que todos se fueran^^^

La cena transcurrió de forma pasiva y elegante, familia y amigos se reunieron para celebrar nuestro aniversario, pero la sola aura de Massimo avisaba su desesperación, que carajos pasa ahora? ...

Dentro de menos de una hora los invitados y nuestros huéspedes e hijos ya no estaban a mis vista.
Me encamine hacia la casa en busca de mi Marido.
Lo encontré desnudo y extasiado, camino hacia mi.

No entiendo el porqué, pero me ruborice cuando estuvo delante de mi. Me encamino a la cama y me sentó de horcajadas sobre de él.
Levanté la vista para mirarle mientras lo tomaba tan profundamente en mi boca como pude.
Sus ojos se cerraron y arqueó la espalda – otra invitación que tomé.
Hundí mis dientes , deleitándome en el estremecimiento que le atravesó el cuerpo y el grito que pareció surgir de su garganta. La ambrosía de su sangre provocó a mi lengua mientras, con mucho cuidado, sacudí mi boca en su contra, tomando su polla más profundamente sin ampliar los pinchazos que había hecho en él.
Esto había tomado práctica para perfeccionarlo.
Esa mezcla de éxtasis y dolor invadieron de nuevo mis emociones. Él gimió, levantando las caderas a tiempo para el movimiento rítmico de mi boca.

―Date la vuelta,‖—dijo con voz ronca massimo, mientras sus manos me impulsaron arriba hacia él.
Me resistí, sabiendo lo que quería y también sabiendo que perdería todo sentido si se lo permitía.
―No. Sólo tú, o voy a parar..—-dije, las palabras un tanto confusas.

Se movió quedando de costado, su cuerpo curvado hacia el mío, su mano alcanzando entre mis muslos. Un ahogado gemido se me escapó mientras frotaba mi hendidura, con el pulgar haciendo círculos sobre mi clítoris hasta que sus dedos penetraron en mis profundidades.
―Estás tan mojada—-murmuró. —Quiero ahogarme en tu sabor y cubrirme con tu olor—-
Las imágenes gráficas hicieron que más cosas dentro de mí se tensaran, pero tenía una razón para no querer que me hiciera sexo oral, aunque no podía recordarlo en este momento.
―No—dije de nuevo, tomándolo de nuevo dentro de mi boca y rasguñando su longitud con mis manos.
Él gimió. ―Pronto. No te detengas, Gatita. Más profundo. Más—-
Lo tomé hasta su base de nuevo, Su mano se quedó donde estaba, moviendo los dedos sobre mi carne con mayor insistencia, por lo que mis caderas se arqueaban con cada golpe. Un dolor comenzó a construirse en mí, una tensión familiar que hablaba de una necesidad que no podía ser negada. Cada frote me hería con más fuerza, inflamándome. Seguí recorriendo su dura longitud, en los lugares que sabía que le gustaba más, tratando de no ceder a la tentación de darme un festín ... Su mano se movió más rápido, hasta que gritos se derramaron de mi boca a pesar de que eran amortiguadas por sus labios.

―No puedo esperar más...—-gruñó Massimo.
Apenas tuve tiempo de sacar mis manos antes de que me diera un tirón para arriba, deslizándose hacia abajo al mismo tiempo. Sus brazos se ubicaron alrededor de mi cintura, sosteniéndome con fuerza, su boca pegándose en la suave, hormigueante carne entre mis piernas.

El placer se estrelló contra mí como si una represa hubiese reventado. Sus dedos se enterraron en mis caderas, acercándome. Lengua y dientesy labios se convirtieron en un torbellino de sensaciones que me azotaban con éxtasis, robándome todos los pensamientos en la caótica inundación. Cuanto más me movía, más alto me llevaba.
Duros gritos tomaron la cadencia de la respiración, alimentados por un millón de terminaciones nerviosas que me impulsaban para más. Si sus manos no me hubiesen estado sujetando, me habría caído por los temblores que comenzaron a expandirse a través de mí. Culminaron en un orgasmo que sentí como si fuese arrancado de mí.
Cierto grado de coherencia regresó, suficiente para ponerme ligeramente avergonzada de cómo su cabeza se comprimía ahora varios centímetros en el colchón. Finalmente me soltó y caí de nuevo en la cama. Cuando se agachó sobre mí, sus ojos todavía eran un feroz fuego verde. Una cortada inhalación se me escapó cuando vi rastros de sangre alrededor de su boca piel, en que momento lo arañe ?
―Massimo ...— dije sorprendida.

―No.—-dijo él.Algo se escondía en su voz que me estremeció. ―No digas nada, sobre todo ...detente Es tu turno ahora.—-
Me reunió con él, poniéndome de rodillas y dándome la vuelta. Un brazo pálido se curvó alrededor de mi cintura, sosteniéndome con firmeza. En el siguiente momento, empujó dentro de mí, envainándose a sí mismo en un golpe duro.
Me hizo gritar, al igual que el siguiente y el siguiente, tan duro y rápido que sentí lágrimas derramándose de mis ojos. Pasó la boca a lo largo de mi espalda antes de acercarse a mi oído.

―No te resistas.—- este dijo gruñente. Su tono estable desacorde con sus movimientos, conduciéndose dentro de mí con más fuerza de la que pensé podía soportar. ―Grita para mí.. —-

―Demasiado.—-Mi respuesta fue un jadeo por su ritmo frenético.

―Como el infierno,—gruñó, lamiendo mi cuello. —Siento tu cuerpo, y no tienes dolor. Déjate ir, como lo hiciste antes. Cede.—-

Me inclinó hacia adelante, las manos en mis caderas lo único que me apoyaba. Fiel a su directiva anterior, empecé a gritar por la incesante, devastadora pasión de su cuerpo hundido en el mío más duro de lo que nunca antes lo había hecho. Su agarre me inmovilizó, su voz acentuada murmuraba palabras cariñosas entre sus propios gemidos y la intensidad creció hasta un grado impresionante.

Me dejé caer sobre el colchón, sin fuerzas, sin sentido, mi liberación golpeándome en fuertes oleadas. Fue tan intenso que sólo tuve una vaga idea del grito de massimo antes de que un profundo espasmo me dijera que se había unido a mí en éxtasis. Después de unos momentos que parecían suspendidos en el tiempo, cayó a mi lado como si alguien cortara una cuerda, ambos tomando unas pocas irregulares, aunque esporádicas, respiraciones.
―Si tengo que rogarte, vas a hacer eso de nuevo—massimo  finalmente dijo con voz tensa. ―No puedo sentir mis malditas piernas.—-
Ni podía yo, pero hablar estaba fuera de mis capacidades en este momento. Podía oír y pensar, pero sólo vagamente, aun todavía sentía punzadas de dolor mezclado con el hormigueo residual de un orgasmo muy intenso.

Un pensamiento me atravezo, nunca tuvimos sexo en esta magnitud... asi fue la vida con laura ?



——————————————————————————-
Me siento un poco explosiva con este capitulo, no se ustedes pero este es uno de los capitulos que quise compartirles dd un libro que me fascina, aunque esta  un poco cope+page, le agregue una cosas...

—Espero y lo disfruten..

30 Días, arriésgalo todo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora