XIV

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Los países latinoamericanos se encontraban en una sala en plena reunión, tanto entre ellos como entre los dictadores de cada país, pues no había ningún país democrático en el salón. Los únicos que hablaban eran tales humanos horrorosos, con pensamientos dañinos. Todos los países miraban expectantes hasta que finalmente les dieron la oportunidad de dialogar entre ellos pues sus jefes ya se irían. Todos notaban a Argentina un tanto diferente a "como de costumbre", pues es obvio que la situación que estaban atravesando era lamentablemente pero normalmente era positivo a pesar del momento, pero ahora no, estaba con la mirada baja, perdida. Todos se acercaron para atenderlo y que se sienta mejor, pero antes de que lo abracen entre todos el mayor se levantó de su asiento y les explicó lo que quería hacer: Recuperar la tenencia de sus hijas a la fuerza, pues según él eran pura y exclusivamente sus hijas y ya no le importaba lo que dijera UK, las quería devuelta, no quería que les siga haciendo "cosas malas".

Todos quedaron perplejos, definitivamente sonaba mal eso, ¿En serio quería tener una guerra con una potencia? ¿Y si lo que decía era falso y fue un mal entendido? ¿Por qué tan de repente?. El argentino finalmente se fue del sitio no sin antes decir una frase "Tendrán que elegir un bando"; y desapareció del lugar. Todos se miraron algo preocupados pues era obvio que eso no era buena idea y menos por el momento crítico que estaban atravesando.

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El de ojos amarillos se levantó de golpe de la cama, se encontraba sudando y estaba muy agitado, varias lágrimas aparecieron en sus ojos haciendo que inevitablemente caigan por sus mejillas y de allí a la cama. Tapó sus rostro y comenzó a llorar casi en silencio, esa pesadilla definitivamente fue desagradable. O mejor dicho, ese recuerdo, uno que no le gustaba para nada. Su mascota como era de esperarse al verlo en tal estado se acercó y comenzó a frotarse en el y a maullarle. Al no ver que se calmase se subió a la ventana y salió a fuera. Dió varios saltos hasta llegar a la ventana inglés, dónde empezó a maullar alto y constante hasta que el mayor despierte. Cuando eso sucedió ingresó a su cuarto cuando le abrió la ventana aún desorientado y dormido y corrió hasta la puerta; lo guió hasta el cuarto de su amo, se escuchaban sus sollozos bajos desde afuera.
El amante del té comprendió que es lo que deseaba el gato y lo alzó para ingresar en el cuarto del argentino.

- ¿Argentina? ¿Are you okay? (¿Estás bien?) - Cerró la puerta y se sentó al lado del mayor para frotar su espalda en un intento de que se tranquilice; lo que no esperaba era que se abalanzase para abrazarlo con fuerza. Se ruborizó muy levemente, para su suerte no se notaba por la oscuridad; lo correspondió para seguir frotando su espalda. - Ya, ya... ¿Qué pasó, Argie? ¿Tuviste otra pesadilla? - El contrario asintió lentamente mientras comenzaba a calmarse poco a poco. - Vale... Tranquilo, no pasa nada, solo fue una pesadilla, no fue real. - Cuando se relajó casi por completo lo alejó con suavidad y tomó un pañuelo de su bolsillo, con el cual le limpió el rostro y luego se lo dio para que pueda respirar más a gusto.

Grazie... - Pronunció en voz baja y lanzó el papel al tacho de basura que había cerca, acercó al felino y comenzó a mimarlo. - Y a ti también. - Su mascota solo maulló y se acurrucó en sus piernas empezando a ronronear. El inglés se quedó por unos segundos en silencio, ¿Eso había sido italiano? Por el momento decidió ignorarlo.

- No hay de qué. ¿Que soñaste?

- Momentos del pasado que preferiría olvidar. - Suspiró pesadamente. - Perdón, no deberías de venir siempre por boludeces así.

- Tal vez, pero vengo por decisión propia; no me gustaría que llores o que te sientas mal. - Le mostró una pequeña sonrisa, el argentino se le quedó mirando por unos segundos y le devolvió la sonrisa. - Bueno, mejor regreso a la cama, es bastante temprano; tú también duérmete. - Se paró y bostezó, caminó hasta la puerta y la abrió para regresar a su cuarto, no sin antes despedirse del rubio con la mano.

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