XVII

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El inglés se encontraba en su oficina como siempre por la noche encargándose del papeleo que le habían dejado ese día. Al estar algo aburrido se quedó pensando que había sucedido con el argentino, pues hace unas horas lo había escuchado gritar como si estuvieras era discutiendo con alguien a pesar de que solo estaban sus hijas y él en la casa, posiblemente fue desde lo virtual con alguien.  Durante algunas otras horas no lo vió hasta que ya era hora de cenar, en ese momento por fin apareció para comer y ya, no dijo ni una palabra, se lo notaba algo molesto por lo que nadie le dijo nada por si acaso. 
Luego de eso cada uno fue a su cuarto, pues no había nada más que hacer además de descansar, aunque el de monúculo intentó dialogar con el de ojos amarillos, pero no hubo caso, recibió una completa ignoración, la cual por dentro dolió un poco pero más no pudo hacer.

Al día siguiente todos hicieron su rutina habitual, excepto el argentino, él desayunó y se fue de la casa, aunque curiosamente su mascota lo siguió y se quedó con el, como era de esperarse no se negó. Su destino fue el parque, específicamente la zona que le habían enseñado sus hija; al llegar se acostó con su mascota arriba esperando mimos, los cuales recibió provocando que ronroneé y se acueste en sus piernas aunque seguía viéndolo fijamente hasta que algo había caído en su pelaje, eran algunas lágrimas del argentino, quien tapó su rostro con una mano hasta que su mascota apoyó sus patitas en su pecho y acercó su rostro al propio para lamerle la mejilla, por dónde había caído una lágrima.

- P-Perdón, Oreo, n-no tendrías que estar viendo esto otra-a vez...

Dijo soltando algunos hipidos pues se había agitado, el gato se frotó en él y se subió a su hombro.

- ¿Por qué siempre pasa lo mismo? ¿Qué hice mal? ¿Tanto cuesta creer en mí? ¡Solo quiero que este problema de mierda se vaya, me duele!

Se abrazó pues nuevamente sintió que sus grietas empezaban a avanzar.

- Merda... Fa molto male... (Mierda... Duele mucho...)

Se mantuvo en esa posición hasta que se calmó un poco el dolor, aunque de la nada se levantó y pateó un árbol cercano haciendo que su mascota se baje de él. Se mantuvo patinando el ser con rabia hasta que se cansó, de todas formas seguía molesto. Se volvió a sentar pero apoyado en lo que recientemente había golpeado para poder pensar, hace bastante que no hacía eso, ¡y se había sentido bien! pero no era la forma de descargarse, ya se lo habían dicho varias veces. Suspiró con pesadez y volvió a acariciar al felino.

- ¿De en serio soy irresponsable? - Y lo único que recibió fue un maullido.

- Tch, da igual, igualmente voy a hacerlo, chúpenme la pija, nunca me apoyan cuando se trata de algo a mi beneficio pero claro, yo los tengo que ayudar cuando hacen cagada entre ellos, cobardes.

El gato lo miró fijamente, movió un poco la cabeza hacia la derecha.

- No sé qué me querés decir con esa cara pero si me estás insultando te voy a tirar agua.

Y el contrario comenzó a mover su cola.

- Ah ¿Viste? No te gustó. Vení acá y dejá de bardearme en el idioma que uses, soy boludo pero no tanto.

El gato le dió la espalda hasta que su dueño lo alzó y lo sentó en sus piernas.

- Ok, ok, no te rompo más las bolas, simplemente quedate acá conmigo, ¿Por favor...?

Y el mínimo no se negó a ser mimado.

Por varias horas no se supo nada del argentino, ya que el recién nombrado apagó su móvil para poder relajarse junto a su mascota e intentar razonar.  Por una parte sabía que sus amigos tenían razón y que no debió responder con agresividad ante sus comentarios, pero por otra parte sentía que él tenía la razón, que no estaba haciendo nada indebido. Y ese pensamiento comenzó a predominar al primero.

Getting to know you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora