Capítulo IX

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Shu se quedó arrodillado, Yuma se la había llevado, le quitó a su nuevo amor. ¿Cómo transcurrieron los últimos minutos? ¿Qué hacía ella ahí? ¿Por qué lo protegió? Y más importante… ¿Cómo sucedió todo esto? Él no recordaba los sucesos.

“¿Por qué hay sangre?” se preguntó al ver de nuevo la columna en la que ella colapsó. La culpa se fue adueñando de él. Merecía un puñetazo de verdad. Pasó su mano rozando su boca, la sangre que aún seguía brotando le manchó parte de las mangas de su jersey. Miró el pasillo nuevamente. En eso, recordó el comienzo del problema…, desde aquella salida entre Kino y Narumi.

Kino tomó a Narumi y la obligó a cambiarse para adecuarse a la ropa y el estilo que él llevaba. Mientras tanto, el rubio miraba como su amiga intentaba verse bien para que el bastardo no la molestase con esa tontería de “combinar” con él. El de cabello negro por fin había aceptado el conjunto que ella llevaba: una falda con volados negra y una camisa azul. Kino se acercó y le soltó el cabello.

—Así estarás mejor, quedas más actractiva —le dijo tomándola de la mano.

Yuuri le abrió la puerta del coche al que se subieron rápidamente. El mayormo se subió y comenzó a conducir. El parque quedaba cerca, podían haber caminado.

Shu miró la escena y decidió ir detrás de ellos. Se vistió con su gabardina y dejó a Aki en su habitación con comida, no quería que Reiji lo echara a la calle, aunque sabe que su hermanito obedece todo lo que él dice, así que no tenía mucho de qué preocuparse.

Llegó hacia el parque de diversiones. Buscó con la mirada a la niña y la encontró: estaba en un puesto de algones de azucar, comprando uno de estos. Al primogenito le dio mucha gracia los gestos de sorpresa que la joven hacía al ver semejante dulce. Se acercó hacia el local para poder sorprenderla, pero en cuanto dio tres pasos, Kino la tomó del brazo y la llevó a un juego, donde tenían que salir de un laberinto tomados de la mano.

—Mira, ¿no es Shu? —preguntaron unas chicas que inmediatamente se acercaron a él.

—Sí, hola Shu.

Shu no reaccionaba, sólo miraba esa escena. Una de las chicas se colgó de su brazo. El rubio reaccionó y miró hacia ella, pero, al hacerlo, se llevó la sorpresa de que le habían robado un beso. La muchacha le enrolló el cuello con sus brazos, sin embargo, él la alejó.

—Shu, me gustas. Dejaré a Sawamura por ti —sonrió la mujer.

—No —se alejó de ella volviendo a la mansión.

—No me voy a dar por vencida —se rió.

 Luego de ese hecho, ella extendió el rumor de que habían estado juntos en el parque y que se besaron ante la otra estudiante que sirvió como un testigo del suceso. Esto provocó al novio de ella que, en cada oportunidad, trató de golpearlo mientras su pareja fingía inocencia.

Se levantó del suelo, debía verla con urgencia. No iba a dejar que Yuma curara las lastimaduras de ella, aparte de que el castaño podía llegar a beber su sangre. Prefería verla él mismo.

Mientras tanto, Yuma miraba el cuerpo herido de Noihara. La enfermera le explicó que sufrió una leve apuñalada entre sus dos costillas inferiores y que iba a denunciar eso ante el director para que expulsaran a Sawamura.

—Mm… más que inconsciente parece que estás durmiendo —dijo acercándose a su rostro, pero sintió una puntada en el pecho y se detuvo—. Arg, me duele el pecho y eso que no recibí ni un golpe.

Miró de nuevo la cara de su compañera. Sentía como su pecho volvía a dar puntada y sus nervios se hacían presente. Pensó y pensó hasta que llegó a una conclusión.

Notas Doradas [Diabolik Lovers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora