XV

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La mañana surgió con una pequeña luz del sol que atraía el canto de algunos ampelis, la nieve se reflejaba en el suelo como un marco de cristal, la fuente de agua estaba cubierta de escarcha fina y reluciente. Brillaba con frescura ante los ojos de alguien que no concilió el sueño en toda la noche sin soportarlo. Sus ojeras estaban marcadas. No podía pegar un ojo. Lo sucedido en esa madrugada y algo que ella estaba esperando le impedían descansar.

“Me gustas mucho, Narumi” recordó e inmediatamente se ruborizó. Tantas emociones juntas le daban pequeños escalofríos ante su situación presente. ¿Habrá sido una coincidencia? ¿una alucinación? No, no era así. Estaba segura de haber sentido dos labios tibios sobre los suyos. Pero, ¿por qué? Él era bastante misterioso dentro de sus emociones y acciones. Volvió a pensar sobre lo sucedido meses atrás, decidió levantarse la remera y ver la pequeña cicatriz que tenía en las costillas, ese día había hablado por primera vez en años y lo primero que pronunció fue -Shu- y luego, lo que le explicó Laito, Shu la salvó de ahogarse. Su corazón comenzó a dar brinquitos por ello. Recordó, también, las veces que durmió y abrazó al joven, provocó que su pulso se acelerara más.

Aún con las cobijas, miró con una luz de alegría ante el cartero que dejaba una carta en el buzón. Con gran emoción bajó las escaleras casi tropezándose y  sin soltar su mantas. Pasó por el pasillo principal a gran velocidad llamando la atención de uno de los vampiros. Estaba por abrir la puerta pero un brazo no le permitió abrirla.

— ¿Adónde vas tan emocionada? —el joven con colmillos afilados miró con una sonrisa escalofriante a la niña—, ¿hay algo afuera aparte de nieve? —ella asintió y él volvió a preguntar—¿Y qué es?

Narumi lo miró con su inexpresividad a la que recurre a menudo ante la ignorancia de las personas que no ven que ella es muda o simplemente omiten el hecho. El vampiro de cabellos rojos presentaba una apariencia desarreglada, se podía adivinar dónde estuvo luego de la medianoche. Su aliento emitía un olor a alcohol que provocaba cierto disgusto en la muchacha. Irritado aún por algo que le impedía razonar o simplemente por naturaleza, corrió las cobijas que cubrían a la joven y mordió su cuello con bastante brutalidad lo que provocó un pequeño ruido en un hilo de voz. La niña se había olvidado el dolor de aquellas agujas que desgarraban su piel y le succionaban sangre. La fuerza aplicada le provocaba un dolor punzante y más aun con el frío que estaba sintiendo allí. Miró hacia todos lados, por ahí alguien la ayudaba, pensando especialmente en esa persona que invadía sus pensamientos. Ayato sacó sus dientes de allí y decidió morder la clavícula. En ese momento, la puerta se abrió empujando a ambos para que se corriesen.

—Ayato, ya te he dicho que no quiero que estés haciendo estás cosas aquí y menos en ese estado —habló Reiji sosteniendo un manojo de cartas.

—No me molestes —habló él mirándolo de reojo para luego irse.

—Siempre tan egocéntrico —respiró profundo—. Y tú, es de mala educación que una chica esté en pijama a estas horas y, encima, cubierta de mantas. Toma, es una carta de un estudio alemán al parecer, y ahora vete a cambiar y baja rápido a desayunar —le ordenó y ella obedeció rápidamente.

Subió con una sonrisa dulce. Esa carta la había esperado con ansias. Llegó a su habitación y corrió hacia la cama para poder abrirla y leerla. Detrás de la carta había un número telefónico que hacía referencia a una ciudad. Lo registró rápidamente en su celular y sin dudarlo envió un mensaje al que, pasado un minuto en el que ella estaba muy ansiosa, recibió una respuesta que la hizo saltar de alegría, pero se detuvo por un tirón del músculo escaleno medio. La mandíbula de Ayato había apretado con fuerza, mas no se percató en aquel instante de la presencia de Shu en su habitación.

—¿Qué sucedió? Estabas saltando muy feliz —dijo él acercándose. Narumi se puso a la defensiva colocando una almohada como barrera, él se acercó y movió el saco lleno de plumas—. Deja de jugar, vamos abajo… —sintió rápido un olor diferente al de ella cosa que le cambió el humor en el momento, miró en dirección al olor y pudo ver la marca de dos colmillos en el cuello de la joven— ¿Quién te mordió? —preguntó mirando con más profundidad la herida ella sólo agachó la cabeza—, ¿no me quieres decir? Eso complica las cosas y lo sabes —la tomó de los brazos y la jaló en dirección a su pecho.

Notas Doradas [Diabolik Lovers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora