¿Estoy muerta?

287 13 4
                                    

Capítulo 11

Caminaba por un sendero oscuro. A mis costados había muchos árboles, que se mecían suavemente al compás de un cálido viento. Sentía mucha paz, pero ¿Adónde me encontraba?

Lo último que recordaba era haberme desvanecido sobre mi cama. Lo demás era confuso y sombrío.

Seguí un pequeño camino de piedras azules. Me llamaba la atención que esas luminosas piedrecitas, alumbraran tanto el sitio. Por ellas había podido observar un poco a mí alrededor. Dándome cuenta que me hallaba en un espeso bosque. Genial. Mi vida siempre se relacionaba con bosques.

Observé a mí en torno mientras avanzaba, parecía que sombras bailaban a lo lejos entre los árboles, y una leve niebla iba formándose  a medida que llegaba al final del camino azul.

Tragué con esfuerzo la saliva que se juntaba en mi boca cuando llegué al final de la senda noté a alguien entre las sombras y sin miedo, hablé con gran seguridad.

—¿Hola?— Dije mientras la aparición se incorporaba saliendo de la penumbra

—¿Hija?

Su voz alumbró mi ser y pude distinguir la silueta que se había acercado a mí

—Papá— Hablé atónita y di un paso atrás por instinto

—¿Cómo es qué estás en éste lugar? Acaso vos…

—¿Yo qué?

—Mo…Moriste…

—¡¿Qué?! ¡No! ¿O sí?— Susurré frunciendo el ceño un poco perdida—¿Adónde estamos?

—Es el monte de las ánimas. Acá las almas vienen a descansar por un tiempo

—¿Por un tiempo?

—Sí, algo así— Contestó parpadeando un par de veces

—Qué te parece si me das una respuesta… no sé… ¡Más clara!—Bufé recordando que el me había dejado sin despedirse

—El monte de las ánimas fue creado para que las almas de seres especiales, puedan comunicarse y habitar de cierta forma en armonía. Ya que ningún demonio o ser oscuro puede venir a este lugar—Explicó lentamente

—Oh… ¿Entonces estoy muerta?—Pregunté con miedo

—Primero necesito saber qué pasó

—Lo último que recuerdo es haber perdido la conciencia— Susurré cerrando los ojos—Después mi mente quedó en negro

—Qué te parece si… no sé… ¡Me das más detalles!— Gruñó imitándome

Lo fulminé con la mirada y ladee la cabeza suavemente

Pero ¿Cómo le iba a decir que estaba enferma? ¿Qué su única heredera jugaba con la muerte, sin poder controlar sus impulsos?

—Yo... Sufro de anorexia

—¿Volviste a caer en eso?

—¡¿Lo sabías?!

—Chrystal… el que no pudieras verme, no significaba que no estuviera ahí—Masculló triste—¿Desde hace cuanto?

—Dos semanas—Murmuré con cierta vergüenza

Me miró y agachó su mirada

—Tal  vez esto sea mucho para vos

—Tal vez si—Hablé imitando su gesto—Solo tengo diecisiete años… Quería una vida normal—Dije dejándome caer al suelo—En cambio estoy en este lugar, teniendo una conversación con el alma de mi padre muerto. Oh pero ¡Eso es muy normal!

Voces SepultadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora