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Los días pasaban, pareciendo normales aunque no me sentía con la total facilidad de decir que mis días eran como antes de notarlo. Obviamente, había un poco más de acción desde que sus azulados ojos se grabaron en mi mente.

Desde que su intensa mirada llena de emociones me dejó anonadado.

No sabía decir exactamente en qué habían cambiado mis días, solo su presencia era sencillamente más notoria y aunque me dije que olvidaría el asunto sobre él, simplemente no pude hacerlo. Lo pensaba, me lo encontraba en la universidad aún cuando no estábamos en la misma carrera, lo veía en la cafetería y me sentaba solo un poco cerca de él en la clase que compartimos.

Continuaba con mis tareas, trabajos, amigos y conversaciones triviales en la monotonía de mi vida que estaba destinado a vivir hasta poder hacer algo diferente.

Las mismas personas, las mismas conversaciones, lo mismo siempre.

A excepción de él, que no parecía encajar en mi mundo y me generaba demasiada curiosidad.

Él se la pasaba solo, caminando solo por los pasillos, estando solo en clase, comiendo solo en una mesa vacía de la cafetería, con audífonos en sus oídos. Haciéndome preguntar una y otra vez, ¿él evita a la gente o la gente lo evita a él?

Se sentaba en una mesa, con un café en su mano izquierda, un guante de dos dedos en la derecha y su pluma digital entre sus dígitos, trabajando en lo que sea que hiciera en la tableta que recargaba sobre la mesa. Siempre usando ropa negra, con gorras o capuchas y esas gafas que rara vez estaban colgando del puente de su nariz.

Era desaliñado pero bonito.

Me gustaba la forma en la que tomaba su café rara vez con la derecha, la forma en la que su pluma colgaba de sus dedos al llevar el vaso a sus labios, como acomodaba su cabello hacia atrás y volvía a subir sus lentes sobre el puente, los audífonos colgando de sus oídos.

Con lo de llena de acción, me refiero a que la tranquilidad se iba en el momento que el pelinegro cometía alguna acción inesperada.

Pateaba los botes de basura en los pasillos, golpeaba su casillero algunas veces, estampaba su puño contra la mesa y le gritaba a las personas algunas veces, debido a que estas impedían su camino o decían algo de él. Algunas veces, simplemente se mantenía quieto, con las cejas juntas y sus puños apretados.

¿Estaba conteniendose?

No había tenido una pelea desde el primer día, no alguna que haya presenciado o seña que haya escuchado.

Aunque, tampoco tenía que escuchar mucho de él. Nadie cerca de mí hablaba al respecto de lo que era su persona.

Todo lo que sabía era debido al poco tiempo en el que había logrado observarlo.

Ame estampó su almuerzo contra la mesa, asustandome al estar distraído. Se sentó frente a mí con London de compañía y mi mirada se encontraba con la suya para luego perderse a sus espaldas, donde Vante Everard se encontraba a algunas mesas.

─¿Ya hicieron la tarea del profesor con cara de perro? ─cuestionó, su mirada en la comida que su madre le había preparado ─, no le entiendo mucho.

London llevó la lata de coca cola a sus labios, mientras que Aungus giraba su rostro comenzando a silbar, yo por mi cuenta permanecí observando a Vante.

─¿Es en serio? ─habló nuevamente ─, ¿ninguno la ha hecho? ─ella cortaba perfectamente su carne, teniendo paciencia, pedazo por pedazo ─. Chicos, ya pasó la semana de introducción. Todo lo que estamos haciendo ahora cuenta para la calificación.

Go away, save me | editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora