3.- Un poco de planes...

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Afortunadamente, nadie pensó ni remotamente en la posibilidad de que Severus tuviese una relación afectiva y mucho menos en que desease contraer matrimonio. Por lo que no necesitaba pedir permiso ni informar a nadie de sus intenciones al respecto. Aunque su esposo fuese tan joven que el matrimonio no era legalmente admitido en la Inglaterra muggle, arcaicas leyes nunca derogadas y aun en vigor en el mundo mágico permitían casar a niños incluso más pequeños entre sí o con un esposo adulto. Actualmente era una práctica casi totalmente desaparecida, al menos en Europa y Norteamerica. Gringotts era más que útil para suavizar esas pequeñas "discrepancias" legales, y para estar completamente seguros, registraron también su matrimonio en el mundo muggle. Un pequeño viaje relámpago a un remoto y diminuto país extranjero con un traslador no regulado ni aprobado por el Ministerio, y ya tenían un matrimonio legal en ambos mundos. Y como las leyes muggles validan automáticamente el matrimonio celebrado legalmente en otro país...

Respecto al mundo mágico, obviamente no acudieron al Ministerio, registrando el contrato únicamente en el banco. La modalidad de contrato matrimonial elegido era válido incluso si nunca era consumado. Después de todo se trataba de un acuerdo nupcial concertado. La única obligación contractual formal ineludible de los cónyuges era producir un heredero, un hijo o hijos en común... y eso podía ser solventado de múltiples formas sin necesidad de ninguna clase de intimidad física. Igualmente, ya que se trataba de un matrimonio de estricta y pura conveniencia, tenía una cláusula en la que estaba previsto un plazo (a partir del 20º cumpleaños de Harry) a partir del cual, si ya contaban con el/los herederos deseados, cualquiera de los dos podía demandar un divorcio inmediato, con un generoso régimen de visitas ya pre-establecido para Harry, ya que como esposo de mayor edad, Severus conservaría la custodia formal de los niños. No se sumaban patrimonios, es más, se insistía detalladamente en que su independencia económica era absoluta, y solo las mas que generosas sumas establecidas como dote-aportación inicial de Harry y el regalo de bodas-arras de Severus para su esposo, pasaban a una nueva cuenta conjunta. El remanente de esa única cuenta común pasaría a sus hijos a la disolución del matrimonio.

Severus estuvo a punto de echar espuma por la boca cuando se enteró de que Harry estaba recluido en el banco desde la mañana después de la desastrosa excursión de cumpleaños de su primo Dudley y subsiguiente fiasco con la fugada serpiente pitón, ya que las protecciones mágicas del banco evitaban la detección de los que estuvieran dentro de sus muros. ¡Eso no era nada saludable para un chico en pleno crecimiento! Pero de momento, Harry estaba atascado en el banco, hasta que el trámite de notificación del matrimonio internacional se completase. A su favor, que Harry llevaba oficialmente el apellido de soltera de su madre en el mundo muggle, ya que Petunia no había recibido de Albus ninguna documentación muggle o mágica de su sobrino: ni partida de nacimiento donde constasen sus padres, libro de familia, certificado de matrimonio, cartilla de vacunaciones, nada. Harry Potter no existía legalmente en el mundo muggle. Ante la imposibilidad material de Petunia de justificar siquiera la existencia de Harry, y siguiendo el consejo de los perplejos asistentes sociales tras la prueba de ADN que demostraba que realmente eran familia (aunque la prueba también había revelado que Lily era solo su mediohermana, para absoluta vergüenza y shock de Petunia) le había inscrito como hijo natural de su hermana y con el apellido Evans. Respecto a James Potter, y ante la ausencia de un registro de matrimonio, testigos o familiares, no se podía ratificar por medio alguno su paternidad, así que solo figuraba en observaciones, como una nota adicional, como presunto padre, por si algún familiar era encontrado más tarde.

Severus aprovechó la amigable disposición de los duendes a seguir alojándoles en sus cuarteles y envió a los elfos de la familia Prince (ahora legalmente suyos) a hacer una rigurosa y extensiva puesta a punto de la vieja mansión familiar Prince y a recoger todos sus libros y algunos efectos personales concretos de la vieja casita del Callejón de la Hilandera. El matrimonio con Harry (mago e hijo de dos magos, y al parecer, también nieto de magos y por tanto de sangre pura) le habilitaba como heredero legítimo de la casa Prince según las estipulaciones del testamento de su abuelo, y le ponía en disposición de heredar la hasta ahora intocada fortuna, propiedades y los títulos familiares.

Una Pareja ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora