XV: El amor.

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   Mucho antes de tu partida, el otoño pasado, cuando trataba de imaginarme cómo sería vivir solo, había decidido dar una gran fiesta cuando te fueras. No sabía exactamente por qué. Para afirmar cara al mundo que no era un ex marido rechazado sino un hombre soltero y libre. Empecé a planear la fiesta inmediatamente después de tu partida. Tenía que ser una semana después de tu cumpleaños. Me oíste mencionarlo en la fiesta de cumpleaños de Katsuma.

   ¿Vas a celebrar mi cumpleaños sin invitarme?, preguntaste.

   Sí. Será en tu honor.

   Sonreíste con afectación.

   Era la primera vez que iba a celebrar una gran fiesta en la casa, yo solo. Instalé un par de altavoces arriba, en tu antiguo despacho. Tu gran y aireado despacho sería una pista de baile para mi propia diversión.

   La fiesta pretendía ser el arranque de mi nueva vida. Duró toda la noche. Fue fascinante. Estaba reclamando mi sexualidad en el santuario de nuestro amor. Un ritual de exorcismo. El lugar donde nos habíamos amado y herido. La semana anterior me había comprado ropa especialmente para la ocasión. Quería verme sexy y elegante. La ropa funcionó.

   A las seis de la mañana siguiente, cuando ya todos se habían ido y me quedé dormido entre las sábanas nuevas, el ritual se había completado. Y, por primera vez desde que te conocí, había hecho el amor con otro hombre.


   Nuestra relación finalmente había mordido el polvo.


   Cuando me enseñaste tu novela recién salida de la imprenta la mañana en que me marchaba a Beijing, me di cuenta, ojeando la solapa, de que habías omitido mi nombre como coeditor de la revista que dirigimos juntos. Por fin pude despotricar contra ti sin callarme nada. Rabié contra ti en el pasillo, arrinconándote entre la puerta y la lavadora, mientras intentabas otra vez arreglar la puerta del cuarto de la lavadora, la puerta que habías desencajado hacía pocas semanas. Sigue cayéndose.

   Eres un egomaníaco rastrero, te grité. ¿Eres tan inseguro que necesitas borrarme de tu pasado para presentar mejor cara al mundo?

   Te pusiste pálido. Seguiste atornillado y martillado y buscando más tornillos mientras tu cuerpo temblaba de ira.

   Dijiste "que te jodan" muchas veces. Dijiste que vivías conmigo para cuidar de mí.

   Vivías conmigo porque me querías.

   No, no es así, dijiste.

   Sentí el impacto. Tu último recurso es negar lo que sentiste por mí.

   Por fin cuido de mí mismo, proseguiste.


   ¿Por qué intentas borrar la memoria de nuestro amor? ¿Se te hace más fácil crear un nuevo personaje, sin pasado? ¿O es la única manera en que puedes amar a otro?


   Por la tarde, antes de que me fuera hacia el aeropuerto, volviste. Ibas a quedarte aquí con los niños mientras yo estuviera en China. Se suponía que ibas a cenar con nosotros, pero estabas cabreado. No te sentaste a la mesa.

   Esta vez te tocaba a ti arrinconarme y despotricar contra mí. Dijiste muchas cosas. Las que recuerdo es que yo era un neurótico y paranoico.

   Mahoro se enfadó tanto por nuestra discusión que se negó a despedirse de mí. Katsuma tuvo un berrinche.

   En el aeropuerto, el avión llevaba retraso y me senté en el bar para esperar. Empecé a sentirme mejor, a borrar los recuerdos del día, del dolor que infligido a nuestros hijos.

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