La sorpresa

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Greace despertó temprano y no pudo encontrar a Chris a su lado, solo había una nota sobre la almohada.

Ayer la pasé muy bien, tengo una sorpresa para ti. Nos vemos en el almuerzo. Besos

CHRIS.

Greace agarró la nota y se la acercó al pecho, era la primera vez que le dejaba besos y era maravilloso pensar de que él pensaba en ella de manera cariñosa. Greace se sonrojó y despertó de sus pensamientos cuando tocaron a la puerta.

–Su majestad soy Elena, ha llegado una carta para usted.

Greace se levantó de inmediato y sin pensarlo dos veces abrió la puerta, tomó la carta y agradeció la amabilidad de la chica. Leyó el sobre, era de su madre. Greace lo rompió con delicadeza y comenzó a perderse en sus líneas.

Querida Greace :

Mi niña, solo hace unas pocas semanas que te fuiste de casa y no sabes lo que te extraño. Espero que en tu nuevo palacio tengas todo lo que necesitas, también que Christopher te esté haciendo feliz y tu pueblo te adore. Ellos no saben lo afortunados que son de tenerte como reina. Ayer Lola hizo ese pastel de chocolate que tanto te gusta y tu padre no quiso ni probarlo, dice que le recuerda mucho a ti. ¿Recuerdas cuando dejó de comer tarta de fresa porque es el postre favorito de tu hermana? Solo la come cuando ella está en casa... Creo que le pasa lo que a mí, siento que el castillo ha perdido su alma. Ustedes nos hacen más fuertes, pero sabes, me siento feliz cariño, de que tienes una familia y que pronto tendrás tus propios hijos...Greace cuéntame cómo te sientes, si me extrañas... Te cuento un secreto, hasta Lucifer te echa de menos, cuando te fuiste, desapareció por una semana y lo encontramos en una esquina de tu habitación. Te quiero mucho cariño, besos, muchos besos

MAMÁ

Greace se limpió las lágrimas que había derramado y se llevó la carta al corazón. No podía creer que hasta el gordo del gato la extrañaba –Ay Lucifer, mi Lucifer, con lo que nos peleamos todos estos años –murmuró riendo con nostalgia.

Después de un rato se levantó, tomó un baño y decidió bajar a la biblioteca para responder la carta de su madre.

Al llegar a la puerta un guardia no le permitió pasar y ella lo miró con desagrado.

–Lo siento su alteza no puedo dejarla pasar, son ordenes del rey –dijo el guardia en su defensa.

–¿Por qué no se me permite entrar? Exijo saberlo –ordenó Greace molesta.

–El rey a dicho que usted no puede pasar a la biblioteca, tiene prohibido acercarse a esta zona. –contestó con voz firme el guardia.

–Pero qué... –dice alzando la voz –¿Qué hay tan importante que no se me permite entrar? Ya he estado aquí otras veces y no hay nada especial, déjeme pasar, no me importa lo que diga el rey yo soy la reina y...

En ese preciso momento Chris apareció de la nada, y había escuchado suficiente de la conversación de la reina. Miró a Greace con cara de enfado y masculló.

–No eres más que yo, Greace. Te prohíbo que intentes desobedecer una orden mía, no quiero que entres y no entrarás ¿quién te crees que eres para pasar por encima de mis palabras?

Greace no entendía que era lo que estaba pasando ¿dónde estaba el Chris de ayer, el caballero, el que le tomó la mano y la beso con pasión? A la reina se le inundaron los ojos de lágrimas, pero no derramó ninguna frente a él. Lo miró firme y sin pensar lo que hacía alzó su mano y la dejó caer fuertemente sobre la mejilla del rey respondiendo.

–Yo soy una persona, soy tu esposa y soy la reina porque tú así lo decidiste, a mí nadie me trata como si fuera un trapo viejo. No sé quien te educó, pero deberías aprender a tratarme correctamente –se marchó corriendo lo más rápido que pudo hasta su habitación, y cerró la puerta con llave. En esos momentos lo único que necesita era estar sola.

Que me ames (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora