Ya habían pasado 6 semanas desde el cumpleaños de los gemelos. El rey había prohibido que se hablase de lo sucedido con la Reina aquel día.
Greace se sentía mejor, durante todos esos días, Chris había hecho todo lo posible para que ella volviera a ser la de antes. Hoy le tenía preparada una sorpresa.
La reina le había comentado una vez que sentía gran atracción por la luna y las estrellas, así que hizo que los sirvientes prepararan un picnic en los jardines del palacio, para cenar iluminados por la luz de la luna llena. Ya todo estaba listo, por lo que salió en busca de su esposa.
Ella estaba tan hermosa como de costumbre, llevaba un vestido violeta que tenía un enorme lazo amarrado a su cintura, parecía una diosa de esas de las que hablaban en los libros. Chris la besó, fue un beso muy tierno y ella se quedó con ganas de más.
–Te tengo una sorpresa, ven conmigo.
Él la guió por los pasillos y caminó hasta llegar al jardín donde habían un montón de cojines imitando la forma de un sofá gigante, al frente varios platos repletos de comida y dos velas iluminando la velada los acompañaban. No había nadie alrededor, estaban solos. La vista era preciosa, en el cielo se podían apreciar múltiples estrellas y la luna llena reflejaba que algo mágico pasaría esa noche.
Ella sintió un pellizco en su corazón, y no podía creer que él había hecho eso para ella. Se giró para verle la cara, era sin duda el hombre más guapo que había visto. Llevaba el pelo suelto y tenía una ligera barba de pocos días, sus ojos azules eran el cielo en la mañana y sus labios pedían a gritos que Greace los besara.
–Si cuando me casé contigo me hubieras dicho que eras un romántico, no hubiera sido tan difícil.
–¿Te gusta?– preguntó dudando de cuál sería su respuesta.
–Me encanta ¿cómo puedes pensar que no me gusta? Esto es precioso, no hay lugar en el mundo que más desee estar que no sea aquí contigo –le confesó ella mirándolo a los ojos.
–Entonces nunca te alejes de mí, quiero pasar cada minuto que me quede de vida a tu lado –confesó él acercándose a ella, le dio un apasionado beso y Greace se derritió ante su toque.
Chris la llevó hasta donde estaba la cena y comenzaron a comer de todo de lo que había en la lona de picnic, al terminar se sentaron los dos juntos en el sofá de cojines y miraron al cielo tomados de la mano. Chris se sentía feliz de que ella estuviera a su lado y sin pensar dijo.
–Te amo –Greace sintió que su corazón dejó de latir, esta no era la primera vez que él lo decía, pero ella nunca le había respondido ¿por qué? ni ella misma lo sabía, pero ahora estaba más segura de que su vida no tendría sentido si él no estaba en ella. Que lo necesitaba para respirar, necesitaba todo de él, amaba sus virtudes y sus defectos. Amaba el simple hecho de despertar a su lado en las mañanas, amaba su existencia y necesitaba decírselo.
–Yo tambien te amo. –Chris enrojeció, no podía creer que por fin se lo había confesado. Ella lo amaba... sus palabras retumbaron en su cabeza y recordó cuando la conoció; todo lo que pasaron juntos, sus peleas, su primer beso, la primera vez que la vio sonreír, sonrojarse, llorar. Sintió que el mundo estaba a sus pies porque ella lo amaba, se sintió el hombre más feliz del mundo y agradeció al universo por eso.
Ella no pensó en lo que iba a decir, las palabras solo salieron de su boca. –Estoy lista.
Él sabía exactamente a que se refería, se giró para verle la cara y ella ya lo estaba mirando. Él levantó su mano y acarició su mejilla. Las mejillas de Greace se incendiaron al instante y Chris pudo ver el deseo en sus ojos. La besó lentamente, mientras sus lenguas se entrelazaban y comenzaban a bailar dentro de sus bocas. Un gemido de placer se escapó de los labios de Greace y eso llenó de exitación a Chris, que poco a poco desabrochó los botones del vestido de su esposa, mientras ella trataba de quitarle el traje de piel que este llevaba y en solo un momento ambos estaban completamente desnudos. Chris pasó sus labios por todas las partes del cuerpo de Greace y ella estaba convencida de que le ha besado hasta el alma. Chris agarró uno de sus pezones en su boca y comenzó a jugar con él, mientras que con la otra mano introdujo sus dedos dentro del cuerpo de ella. Greace volvió a gemir más fuerte e hizo que el deseo invadiera más los cuerpos de ambos. Chris descendió hasta la parte inferior de su cadera y comenzó a besar su secreto, jugueteando con su lengua moviéndola por todas partes y dando pequeños toques en el punto indicado, haciéndola pensar que estaba a punto de explotar...
Subió hasta su boca y la besó, pero no antes de acercarse a su oído y decirle –Te voy hacer el amor hasta que la luna se esconda –ella asintió con la cabeza y él entró delicadamente en ella. Greace se estremeció, le dolió, pero el deseo de tenerle era peor. Chris iba moviéndose con pequeñas zancadas hasta que aceleró el ritmo y Greace gritó de pasión seguida de su esposo. Ella tembló en sus brazos, sus dedos se encogieron por la descarga eléctrica que acaba de experimentar su cuerpo, él dejó de moverse, salió con mucho cuidado de su interior y la besó en los labios.
–¿Estás bien? –preguntó dulcemente.
Ella sonríe –Es la mejor noche de mi vida...– ambos rieron al recordar aquella primera noche que pasaron juntos, quién diría que ella se enamoraría locamente de ese hombre y él de esa chica con la que ni siquiera tenía intensiones de hablar.
Chris le acercó el vestido para que se cubriera y su traje para que no pasara frío, esa noche durmieron bajo la luna.
A la mañana siguiente el Rey con solo unos pantalones puestos le ordenó a una de las sirvientas que trajera una manta para Greace que aún dormía. Se la puso por encima y la observaba dormir hasta que fue interrumpido por uno de los guardias.
–Su majestad venga rápido, lo solicitan en la entrada, es urgente –Chris se levantó nervioso, tenía un mal presentimiento, despertó a Greace para no dejarla sola y ella se sorprendió.
–¿Qué pasa? –preguntó confundida y envolviéndose en la manta para no dejar nada a la vista.
–Hay una emergencia, no sé de que se trata, ve a la habitación, cuando termine paso a verte. –se despidió de ella con un delicado beso en los labios y salió corriendo.
Ella se levantó con prisas, recogió sus cosas y caminó hasta su habitación, pero desde las ventanas de los pasillos vio a su esposo paralizado ante una mujer muy hermosa que al parecer estaba embarazada. Él cayó de rodillas y comenzó a llorar, oyó la voz de Ashely que corrió hacia la mujer gritando –Mamá –
Greace sintió que se había vuelto a desmoronar su mundo...
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Que me ames (Terminada)
Historical FictionGreace es la princesa del reino de Wajayland, tiene 20 años y sueña con tener múltiples aventuras a lo largo de su vida. Su sorpresa llega cuando su padre le informa que debe casarse con el rey de Austroa. Christopher es un hombre de 35 años padre d...