Para el Rey Conrad de Wajayland.
Querido padre,
Espero que todos estén bien, y que la nostalgia que invadía vuestros corazones ya no sea tan fuerte. Padre, nunca me han contado qué tal está nuestra gente, quiero saber si mi sacrificio valió para algo, contadme si nuestro pueblo es feliz, sé que dentro de unas semanas nos veremos por mi cumpleaños, espero que no se enoje conmigo si llego un poco antes de lo planeado. Las cosas en Austroa no van bien, por lo menos para mí, creo que ya no me necesitan. Chris ha sido todo un caballero, no le reproches el hecho de que yo quiera partir, es solo que los extraño y no me adapto a estar lejos de vosotros, perdonadme si los decepcioné en algún momento, padre, pero es que no tengo las cosas claras y necesito estar cerca de mi gente. Un beso a mamá y los quiero mucho a los dos, con amor,
Greace.
Con cada palabra que escribió, Greace, estaba más convencida de que debía partir. Chris quería negarlo, pero en lo más profundo de su corazón sabía que aún tenía sentimientos por Erika y aunque tratara de ocultarlos eran demasiado evidentes.
Greace había estado escondida en la biblioteca por más de dos horas, no quería encontrarse con su esposo y mucho menos con Erika. Mandó a uno de los guardias para que entregara su carta al puerto y así llegará lo más pronto posible a manos de su padre. Chris estaba desesperado, llevaba horas buscando a Greace por todos lados, la había perdido de vista y aún no podía encontrarla, no había lugar en el palacio en que no haya buscado, preguntó a cada uno de los guardias si habían visto a su reina y solo uno pudo responderle que acaba de verla en la biblioteca.
–¿En la biblioteca? ¿Estás seguro?– preguntó Chris, se sorprendió porque ese había sido el primer lugar en donde había buscado, el guardia asintió y Chris salió corriendo en busca de su esposa –No puedo creer que no me haya dado cuenta.
La puerta de la biblioteca se abrió con brusquedad y Greace se sorprendió al ver a su esposo entrar desesperado.
–Te he estado buscando por todas partes ¿Por que huyes de mí? –preguntó Chris acercándose más a ella.
–Me mentiste, si la quieres, siempre la has querido y no tienes el valor de decírmelo a la cara. No han pasado ni 24 horas desde que llegó y ya te estás derritiendo por ella. –la rabia reflejada en los ojos de Greace hizo que Chris se alarmara, ya no estaba hablando de sus inseguridades, estaba hablando la verdad y negarselo sería igual de cruel que afirmárselo.
–Necesito tiempo para pensar, no creo que lo que te diga ahora te haga cambiar de opinión.
–Le escribí a mi padre, para mí no hay mucho que pensar, aquí sobra alguien y todos sabemos quién es. –Greace caminó por su lado y se dirigió hasta la salida, antes de que abriera la puerta, Chris la agarró por el brazo y la obligó a mirarlo.
–No huyas, yo nunca he dicho que he dejado de amarte.
–Eso es aun peor Chris, estás confundido y yo no soy tu mejor opción, es la madre de tus hijos, no puedes pensar solo en ti, tú decisión debe ser la mejor para ellos.
–Yo hablo de nosotros Greace, mis hijos entenderán. –Trataba Chris de convencerse de que amaba a Greace con locura, que no había nada en que pensar, pero estaba claro que se estaba engañando.
–¿Crees que pueda tener un barco listo para dentro de tres días? Necesito acomodar mis libros y mis cosas. –Contestó segura, no valía la pena seguir con esa conversación. Chris asintió con tristeza en la mirada y la dejó marcharse sin más que decir.
Greace no bajó a cenar, en la gran mesa del palacio estaban los niños, Erika y Chris, acompañados de los sirvientes que se ocupaban de que todo estuviera en orden.
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Que me ames (Terminada)
Fiction HistoriqueGreace es la princesa del reino de Wajayland, tiene 20 años y sueña con tener múltiples aventuras a lo largo de su vida. Su sorpresa llega cuando su padre le informa que debe casarse con el rey de Austroa. Christopher es un hombre de 35 años padre d...