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El mismo día que Hyunjin cumplió sus diecisiete años pensó haber encontrado el paraíso, o por lo menos algo muy similar a él.

Aquel dulce olor de omega que lograba percibir del lindo chico que se encontraba en la misma tienda de conveniencia, decidiendo que bebida escoger era tan parecido a un elixir sagrado, como si todo en él fuera perfecto y exacto. El alto podía asegurar sin temor a equivocarse que era exquisito e incomparable a alguno que logro percibir antes, sin igual al de ningún otro omega.

El chico emanaba un embriagador olor a fresas con vainilla y miel que se iba apoderando poco a poco de todos sus sentidos. Con el pasar del tiempo y cuando descubrió que iba a la misma tienda de manera seguida, Hyunjin decidió dar el primer paso, desde eso comenzó a dedicarle todos sus días y Kwan se dejó guiar por sus caricias.

Cada pequeño momento junto al omega se convirtieron en recuerdos sagrados e importantes para Hyunjin, el cual sin duda vivía absorto a sus emociones. Enamorado de cada pequeña acción del contrario, de sus lindas mejillas y su carita bonita, pero especialmente de sus lindos y cautivadores labios.

La idea de que el chico fuera su omega destinado no estaba tan lejana de sus expectativas. Hyunjin comenzaba a querer a Kwan de una forma que nunca logró experimentar antes, como si su corazón le pidiera a gritos estar a su lado.

Sin embargo, bien le habían advertido que se mantuviera calmado y pensará mejor sus acciones antes de dar un paso en falso, porque quizás Kwan no era lo que parecía.

Quizás solo se estuviera aprovechando.

— ¿Has hablando ya seriamente con él de tus sentimientos? — Minho preguntó a su amigo algo preocupado, mientras jugaban video juegos en su casa.

Le gustaba mucho poder ver al menor feliz, sin embargo quería que fuera claro y comprendiera que las relaciones se basaban en ser directos y precisos, Hyunjin fantaseaba mucho con algo que no cree en lo absoluto tenga claro.

Además, hay algo que le imposibilita creer en Kwan y en sus sentimientos, ha hablado dos veces con él y quizás lo esté juzgando, pero no le cae bien.

— Él sabe que me gusta y lo que siento — contesta con simpleza.

— Así no funcionan las relaciones, Hyunjin. — Lee suspiró — Tienes la idea de que Kwan es tu destino y jámas te ha dicho si también siente que tu olor los une.

— No necesita decírmelo, estoy seguro de lo que siente — habla, sin quitar su atención de la pantalla.

— Te has puesto a pensar, ¿Qué pasa si no lo es?

— ¿Tendría que pasar algo? — contraargumento.

— No, pero estoy seguro de que te afectaría — responde a su amigo, porque precisamente era lo que más le preocupaba, Hyunjin ha estado añorando tanto esa idea, que si no es así está seguro que sufrirá.

— Puedo vivir con ello — dice, mirando un segundo hacia el suelo, quizás no muy convencido — Jisung y tú no han tenido problemas, no veo porque yo los tenga.

Minho apartó la mirada de la pantalla dejando perder su partida, miró a su amigo y respiró profundo.

— Sí, pero él y yo lo hablamos.

Si bien es cierto que Han no era el destinado legítimo de su amigo, puesto que aunque sus olores les gustarán, Minho jamás fue capaz de marcarlo; el cuerpo de Jisung no reacciona, ambos habían hablado y la unión que sentían para los dos era verdadera. El mayor estaba convencido de que el de cabellos oscuros era quien quería a su lado y por eso podía vivir con esa idea, por ello Lee siempre decía que el menor lo era, porque de esa forma lo sentía y solo él era el único capaz de rebatir sus sentimientos. Siempre han pensado que por más que llegue esa persona a su vida que resulte ser su destinado, ambos aun así permanecerían juntos y harían todo lo posible por evitarles un malestar.

— Solo te pido que lo pienses y lo hables — continuó — lo último que quiero es que sufras.

A pesar de todo, Hyunjin no hizo caso y se dejó guiar plenamente por lo que su corazón crecía como cierto. Siguió viendo a Kwan con amor, aún cuando no sabía en lo absoluto de qué manera podía llamar a su relación, continuó delineando cada facción de su rostro y cada expresión que mostrará. Se negaba creer lo que los demás le contaban, porque a decir verdad Kwan para él, era el niño más lindo y generoso que pudo haber conocido, era simplemente hermoso a sus ojos y pensar que sólo se aprovechaba de sí, era un disparate irracional, viéndolo quién lo viese.

El tiempo pasó y Hyunjin quiso ya poder dar un nombre a lo que sentía su corazón, esa tarde decidió intentar tomar al dejar a Kwan en su casa su mano, para hablar, pero rápidamente el contrario la alejó.

— Hyung, he estado pensándolo y la verdad creo que.... realmente tú no eres mi alfa.

Al terminar aquella frase, el mundo de Hwang Hyunjin se fue en picada. Sus sentimientos comenzaron a verse cortados y estrujados por aquellas palabras. Kwan desapareció de su vida después de aquello, dejándolo frágil y con el corazón hecho pedazos.

La idea de alguien pudo quitarle a Kwan solo por ser su destinado lo atormentaba, haciendo que pensara en ella con odio. Más aún cuando en el mismo período de tiempo uno de sus amigos, si había logrado encontrar al suyo, Hyunjin sintió como si la vida tratara de mostrarle la felicidad de los demás por encima de la suya, aun cuando Minho se lo advirtió.

Al final, Kwan solo estaba jugando con él, haciendo que Hyunjin comenzara desde ese momento a ser un repelente para cualquier omega que tuviera al frente, como si pudiera premeditar sus acciones y saber que le haría daño. A tal grado llego la situación, que hasta el olor dulce de omega comenzó a despreciar, siendo únicamente posible tolerar el de sus amigos más cercanos.

Sin embargo, a sus diecinueve años atravesó un nuevo suceso, Hyunjin creyó haber encontrado algo no tan similar al olor de un omega usual, una esencia fresca que no duró más de tres segundos en su sentido y se fue perdiendo entre tanta multitud.

Su lobo interior quería argumentar, porque puede que haya encontrado la verdad, pero Hwnag se negaba hacerle caso. Sin darle importancia, decidió seguir con su vida y sus ideas arraigadas sobre el destino y el amor, como si aquel suceso nunca hubiera pasado.

Sin saber que a su omega, poco a poco estaba matando.

Mint ஜ HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora