Los legendarios

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–Esta vez no voy a detenerme– Declaro el saiyajin mientras se cernía sobre ella, Milk lo miraba con la respiración agitada, el corazón acelerado y la sangre corriéndole ardiente por sus venas, un gemido escapo de su garganta cuando vio como Kakarotto se quitaba la parte superior de su traje revelando su esculpido torso cuya perfección solo se veía interrumpida por algunas cicatrices que revelaban su vida como peleador, la terrícola reconocía que tanto en la Tierra como en lo que había visto del planeta Vegeta, Kakarotto era un excelente espécimen masculino que con su voz y su mirada tenía a sus hormonas absolutamente revolucionadas, así que realmente no supo de donde saco la voluntad para detener las manos del joven cuando se deslizaban por su cintura intentando sacar su ropa

–Espera...– Observo como la frustración llenaba los ojos del guerrero

–¿Por qué? Me deseas, lo haz aceptado ¿Por qué insistes en hacernos sufrir a los dos?

–Claro que te deseo, Kakarotto, soy una mujer de carne y hueso con necesidades y nunca antes sentí deseos de satisfacerlas hasta que me crucé contigo

–Entonces no lo entiendo– Dijo apoyando su peso en ambos brazos que coloco a los lados de su rostro acercándose a ella –¿Por qué te resistes?

–Porque podría morir, porque, aunque estés buenísimo realmente no te conozco, porque hay una loca que le gustas y por eso quiere matarme, porque estoy en un planeta que no conozco, pero donde me convirtieron en esclava así que no sé a qué atenerme ¿Continuo?

–Yo podría cambiar todo eso– Ella lo contemplo, su corazón le decía que no le mentía, realmente quería que estuviera a su lado, pero le preocupaba que en algún punto la evidente atracción física que había entre ellos escalara a un nivel emocional y no podía permitírselo, su prioridad debía ser únicamente obtener la última esfera del dragón y relacionarse con ese hombre era un gran inconveniente... ¡Pero la tentación era tan grande! –¿Por qué te niegas a aceptar lo que te ofrezco?

–¡Porque no me has ofrecido nada!– Dijo levantando la voz, después llevo sus manos al rostro del joven acariciándolo con suavidad –Sé que quieres que este a tu lado porque deseas mi cuerpo, pero eso además de placer solo nos traería más complicaciones

–Valdría la pena, estoy dispuesto a correr cualquier riesgo con tal de tenerte– Ella cerro los ojos con fuerza, realmente le estaba poniendo difícil negarse a lo que su cuerpo tanto le suplicaba –¿Acaso tu no?

–Eso no sería muy justo, ella tiene más que perder que tú, hijo– Se escuchó una voz desde la puerta, Kakarotto se apartó de golpe de la chica para volverse dándole espacio a Milk para ver que la que había hablado era Gine y los estaba mirando con una sonrisa pícara desde la puerta –Lamento la interrupción

–¡Joder, madre! ¿Ni siquiera en mi propia casa puedes tomarte la molestia de tocar antes de entrar?– Dijo el guerrero molesto mientras se levantaba de la cama, pero también se mostraba ligeramente culpable, Milk por su parte también se apartó de inmediato de la cama y del joven pero se detuvo completamente al entender lo que Kakarotto había dicho

–Soy tu madre, yo no necesito permiso para entrar en tu habitación ya sea en casa de tus padres o en la tuya– Respondió la saiyajin desafiante

–¿Madre?– La terrícola comenzó a mirar de Kakarotto a Gine y viceversa –¿Tu eres la madre de Kakarotto?– Le pregunto a Gine

–Así es– Respondió la mujer mientras caminaba hasta donde el joven se encontraba y apoyaba su mano en su hombro –Él es mi pequeño– Los ojos de la joven se agrandaron con sorpresa

–¿De verdad? ¡Te vez muy joven para tener un hijo como Kakarotto!– Gine sonrió y se llevó las manos a las mejillas en un gesto de alegría con un toque de vergüenza

La princesa y el guerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora