Capítulo 10 | Una Persona Especial

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VANYA

10:06 am.

Esta mañana fue algo distinta ya que nuestro padre no quiso acompañarnos a desayunar, al contrario, decidió quedarse en su oficina sin darnos muy bien una razón, ni siquiera nuestra madre nos pudo explicar, simplemente se encargó de preparar unos wafles y pudimos comerlos con crema batida. Sin embargo, aunque no estuviese mi padre presente, ninguno de nosotros decidió hablar mientras comíamos.

Cuando todos terminaron de comer, fueron al patio para entrenar junto con Pogo, así que nuevamente tenía la casa para mí sola, a pesar de que estuviesen afuera de la academia. Había subido las escaleras sin prisa y fui hacia mi cuarto para seguir practicando el violín. Desde que lo conservo, se ha convertido en mi pasatiempo favorito, incluso invierto más tiempo aprendiendo las partituras en vez de las lecturas que debería estar leyendo para las clases. Este instrumento lo ha cambiado todo para mí. Sin embargo, cuando froto el arco contra las cuerdas para crear una de las melodías del compositor Camille Saëns, el recuerdo de aquella noche me nubla mis pensamientos y no logro enfocarme en mi práctica. Ha pasado ya un día desde que sucedió y ninguno de los dos lo ha comentado, o mas bien, no hemos hablado ya que ha estado ocupado con las misiones, el entrenamiento y con las clases. Apenas cruzamos las miradas cuando estamos cerca, pero no es lo mismo. A veces me cuestiono si fue lo correcto en decirle que fuera mi confidente, debí pensar muy bien mis palabras antes de decirlo.

Sacudo mi cabeza para librarme de todo ese caos y mi atención la enfoco en las partituras para empezar a tocar. Respirando hondo, empiezo a frotar las cuerdas, haciendo sonar en mi habitación una melodía tranquila, se trataba de una canción de cuna que logro recordar, pero no recuerdo muy bien quien me la cantó.

—¿Recuerdas aún la canción? —Giré de pronto mi cabeza y lo vi, parado a un lado de mi puerta con su hombro recargado contra la madera—. Esta vez no te asusté.

—Pensé que estabas en entrenamiento—Comenté tímidamente bajando el arco.

—Pogo nos dio un descanso—Explicó Cinco a medida que se adentraba al cuarto con su mirada inexpresiva—. Lo que estabas tocando es una de las canciones de cuna que nos cantaban las niñeras.

—¿Canción de cuna?

—Sí—Asintió—, es una griega..., creo que se llama la noche de la fría niebla.

Mientras hablaba, se acercó a mi escritorio y, sujetándose por los bordes, dio un pequeño brinco y se sentó encima tras alejar mis libros y lápices que estaban encima del mueble.

—¿Recuerdas la letra? —Pregunté con duda sin quitarle la mirada.

—Un poco—Carraspeó antes de proseguir—. La noche cae por la nevada..., los niños traviesos regresan a sus casas..., con mantas los cubren y los copos caen sobre sus ventanas.

Habló con calma mientras relataba ese canto, y aunque lo escuchase, no lograba recordar muy bien si me la cantaron.

—Tiene más sentido si la canto en griego—Soltó una corta carcajada y permaneció en silencio por un momento—. Sigue tocando, no vine a interrumpirte.

—Pero sí a verme—Murmuré.

—Sólo soy yo—Sonrió al decirlo—, puedes proseguir frente a tu confidente.

Con ver su sonrisa, puse los ojos en blanco por unos segundos y solté un bufido mientras alargaba la comisura de mis labios por su comentario. Inhalando profundamente, me puse en posición y me enfoqué de nuevo en las partituras para después, rodeada del silencio que se formó, empezar a tocar con calma y serenidad.

INOCENCIA | Vanya & CincoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora