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JiSung

Anotaba todo lo que la profesora decía, o al menos lo intentaba. Este estilo de enseñanza era muy diferente al que estaba acostumbrado, acá no habían pizarras o presentaciones por proyectores, todo era como una exposición, y el que no prestaba atención perdía. Con solo dar una mirada alrededor podía notar cómo la mayoría hacía lo mismo que yo: escribir todo lo que podían. Uno que otro solo se dedicaba a escuchar, supongo que los que más confianza tenían en su memoria. Obviamente ese no era mi caso, así que debía estar preparado para escribir durante una hora seguida.

Mi compañero de asiento era uno de esos  poco afortunados de tener una memoria prodigiosa. Solo lo veía prestando atención sin anotar una sola palabra. Cualquiera pensaría que me pediría mis apuntes para recordar o repasar algún tema, pero nunca pasaba. Es más, era yo el que buscaba su ayuda para entender alguna teoría.

—Park JiSung.

Salté en mi asiento al escuchar la voz de la mujer. No sabía cuándo ni cómo pero me había perdido en mis pensamientos y la pluma ya no estaba en mi mano.

—¿Sí?

—Nombre los primeros tres principios establecidos en el Witchmeet en el Consejo americano de brujos en la primavera de 1974.

Abrí los ojos asustado al notar que no recordaba nada de ningún Consejo. Miré rápidamente mis notas en busca de alguna palabra que pueda ayudarme pero no encontraba nada acerca de los principios.

—Ritmo natural de las fuerzas de la vida, vivir en la armonía con la naturaleza y poder mucho mayor al de las personas comunes.

Escuché un susurro a mi costado soplándome la respuesta. Agradecí en mi mente y organicé mis ideas en un segundo antes de contestar.

—El primero es sintonizarse con el ritmo natural de las fuerzas de la vida, el segundo, vivir en armonía con la naturaleza cumpliendo con el equilibrio ecológico, y el tercero, reconocer un poder mayor al de las personas comunes.

—¿Y cuáles son las fuerzas de la vida? —siguió preguntando, de seguro para ver si en verdad había prestado atención.

—Las fases de la Luna y las cuadraturas y semicuadraturas estacionales. —respondí lentamente.

El escribir todo al menos servía de algo, pues pude ver de reojo justo la línea que tenía la respuesta a su pregunta. La maestra solo asintió con un rostro ilegible y siguió con su explicación.

Me quedé callado un rato hasta estar seguro de que ya no estaba en su mira. Quería agradecerle al chico por su ayuda, pero no lo haría sabiendo que podía meterlo en problemas por hablar.

Volteé un poco hacia el castaño de mi lado. Un chico alto y que lucía muy correcto, con su cabello perfectamente peinado y su ropa sin ninguna arruga.

—Gracias, hyung. —susurré.

—No te preocupes.

Recibí un atisbo de sonrisa de vuelta y se la devolví lo más rápido y disimuladamente posible.

No sabía su nombre, solo que era mayor que yo y uno de los que mayor potencial tenían. No era necesario indagar mucho, se notaba a simple vista que tenía un amplio conocimiento sobre su mundo. Muy a diferencia mía, que luchaba por entender lo que era algo básico para los brujos y que hasta los niños de seis años sabían.

La clase pasó sin ningún otro inconveniente. Todos en silencio y con el único sonido de la voz de la bruja y las plumas rasgando el papel interrumpiendo. Me gustaba la calma y el no escuchar ningún ruido fuerte o llamativo, pero en el salón el ambiente era tenso y eso solo me ponía más ansioso e inseguro. En mi anterior escuela tampoco me la pasaba tan bien que digamos, pero me sentía más cómodo que acá, y eso decía mucho.

Tenebris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora