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TaeYong

Caminé con desesperación, casi corriendo, hacia su dormitorio. Era consciente de las miradas extrañadas que estaba recibiendo mas no me podía importar menos. Usualmente era algo susceptible a las críticas, sin embargo, cuando se trataba de una emergencia que envolvía a alguien que me importaba, ese interruptor sensible se apagaba y solo podía centrarme en hacer que todo vuelva a estar bien. Fue por eso que seguí adelante, incluso habiendo escuchado a alguien decir que llamen a BaekHyun. Se preocuparía, y no me gustaba causarle ninguna molestia, pero sabía que lo entendería.

Abrí la puerta de la habitación con rapidez, agradeciendo que él no tenga la costumbre de cerrarla con llave, y entré. DoYoung me miraba confundido desde su cama, vestido con una camisa blanca dos tallas más grande y unos pantalones chándal negros. Se veía cómodo, como preparándose para tomar una siesta, y me dolía el tener que sacarlo de ese cálido ambiente que pocas veces generaba.

Pero no teníamos demasiado tiempo.

—Yuta. —dije con voz tan baja que temí que no me haya escuchado, además de la respiración entrecortada por el largo camino.

Pareció comprenderlo sin necesidad de más palabras, pues se incorporó y calzó con gran velocidad. Tomó mi brazo con firmeza pero suavidad, guiándome hacia el pasillo y caminando hacia el despacho de SiWon.

Habían más personas fuera, dejando a la luz lo rápido que se esparcían las noticias entre los vampiros. Traté de no ver a nadie para no dejarles ver lo angustiado que me encontraba, pero sí que le dirigí una mirada a quienes eran más cercanos, tratando de decirles que todo estaba bien incluso cuando no estaba tan seguro de ello.

Era un trecho largo desde el cuarto de DoYoung hasta la oficina del director, pero lo recorrimos en relativamente poco tiempo. Él tocó la puerta por mí, sabiendo que no me encontraba del todo estable. Muy pocas personas lo sabían, la gran mayoría creía que yo estaba hecho de piedra y que DoYoung solo estaba a mi lado por el tiempo que llevábamos conociéndonos; sin embargo, un muy pequeño grupo conocía la verdad, y es que aunque yo sea el líder y todos vengan hacia mí por ayuda, era DoYoung a quién yo siempre recurría por apoyo. A veces pensaba que el puesto le iba mejor a él, se lo decía seguido, pero él me cortaba pronto nombrando mil y un razones por las que yo era el mejor para el cargo. No le creía, pero terminaba riendo ante su última razón: él simplemente no quería ser un líder.

Escuchamos el "pase" de SiWon y entramos al cuarto, simulando una tranquilidad y estabilidad que claramente no teníamos. El alfa estaba sentado en su escritorio, la apariencia tan pulcra y al mismo tiempo cercana de siempre, pero con unas feas ojeras y una expresión estresada. Leía un documento con suma concentración, y me sentí mal al estar arruinando su área de trabajo.

—Buenas tardes, chicos, ¿pasó algo? —saludó con cordialidad antes de ir directo al punto, dejando en claro de una manera sutil que estaba ocupado.

—Buenas tardes. Veníamos a pedir permiso para salir del instituto. —hablé con fingida serenidad, enfocándome en mantener calmada mi voz pues SiWon seguía viendo sus papeles y no podía notar la desesperación en mi rostro.

—¿Se puede saber para qué? —preguntó alzando la mirada un segundo antes de seguir leyendo.

—Usted lo sabe, YooNa se llevó a Yuta. —escuché decir a DoYoung a mi lado, la impaciencia destilando de cada palabra.

—Sí, yo le di el permiso. —aceptó suspirando y dejando los documentos a un lado— Vuelvo a preguntar, ¿para qué quieren salir?

—YooNa siempre avisa con anticipación, y Yuta nunca se va sin antes decirnos algo sobre ello. Es insensato apuntar al sentido de maternidad de alguien que ni siquiera es madre. —DoYoung hablaba con voz gélida y neutra, pero podía notar cuán angustiado se encontraba también.

Tenebris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora