47

1.6K 237 52
                                    

ChenLe

La escena parecía sacada de una película de terror.

Cuerpos con grandes heridas y sangre saliendo de varias aberturas tirados en en suelo, manchas escarlata cubriendo la blanca nieve que era lo único hermoso en medio de toda esa masacre. Y lo peor es que esto aún no acababa, y parecía durar un buen rato más.

Reconocí a mis padres a lo lejos, pero no pude acercarme. Eso sería contraproducente, pues llevaría a los cazadores a saber que éramos el punto débil del otro. No soportaría que sufran alguna herida solo por salvarme a mí, así que tan solo les sonreí disimuladamente y traté de mantenerlos en mi vista periférica.

Ahora estaba peleando contra un cazador. Se movía con agilidad incluso con los kilos de más que llevaba encima, dato que claramente me quitó las ganas de beber un poco de su sangre. Esquivé la cuchilla que buscaba clavarme en el corazón y agarré su cuello con mi mano derecha, enterrando los dedos en la piel y golpeando su espalda contra el suelo. Bastaron unos segundos para dejarlo inconsciente. Yo no podía matarlo, me cargaría la consciencia y era algo que prefería evitar hasta al menos saber que todo rastro de humanidad de mi cuerpo había desaparecido. Por lo que alzándolo de nuevo con mis dos brazos, lo tiré hacia la derecha, donde ChanYeol terminó por quebrarle el cuello y sacarle el corazón.

Tomé una gran respiración llenando mis pulmones del gélido aire. Aún podía disfrutar del oxígeno, por fortuna. Pero ahora era más una desventaja que un lujo.

—Si dejarás tu pose de macho alfa y me escucharas...

Volteé para ver de donde venía la voz, reconociendo con rapidez la silueta delgada y elegante de TaeYong. Tenía los brazos cruzados y el entrecejo fruncido mientras miraba hacia abajo, los ojos rojos fijos en el gran lobo negro que me devolvía la mirada.

—Podríamos tener una mejor comunicación si estuvieras en dos piernas en vez de cuatro patas. —insistió girando un poco su rostro esquivando así una flecha que pasó a su costado.

El lobo gruñó con algo que distinguí como exasperación y no demoró en transformarse. Quedó de pie luciendo sin vergüenza alguna su desnudez, ahora siendo él quien veía a TaeYong desde arriba por los diez centímetros que debía sacarle de diferencia. Se acercó un paso hacia él, la mirada igual de seria e intimidante que antes.

—¿De qué quieres hablar, chupasangre?

Suspiré al mismo tiempo que TaeYong. Era bien conocido el odio que la mayoría de licántropos tenía hacía nosotros, más que todo los alfas adultos y ancianos. Ellos no temblaban en demostrar su asco mediante insultos y muecas de asco y desprecio, justo como ese alfa estaba haciendo.

—Mi nombre es Lee TaeYong. Y, por lo que me han contado, tú debes ser YiFan. —arqueé una ceja en desconcierto. No recordaba haber escuchado ese nombre antes.

—Vuelvo a decir, ¿qué quieres? —fruncí el ceño cuando siguió con su postura de hombre de las rocas. ¿Acaso todos los alfas eran así? Bueno, Johnny y ese otro chico grandote que paraba con JaeMin y Haechan eran diferentes.

—Te tengo un trato. —¿un trato?

—¿Qué te hace pensar a ti que necesitamos algo de ustedes? —su voz ronca salió con tanto odio que hicieron temblar mis manos con ganas de hacerle cerrar su estúpida boca.

—Porque iremos a rescatar a la omega que ellos se llevaron. —oh, eso sonaba como algo importante— Claramente ustedes no se encuentran en condiciones de atravesar el bosque, pero nosotros sí.

—¿Tú realmente esperas que yo me crea ese cuento? —y el alfa volvió a ponerse como gallito de pelea frente a TaeYong, quien estaba más que calmado.

Tenebris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora