Capítulo 17 Historia de una maldición

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Capítulo 17 Historia de una maldición

La hermosa y colérica pelirroja avanzaba a toda velocidad. Sus pies descalzos apenas tocaban el suelo en su carrera. Saltó desde la roca enorme donde se encontraba hasta caer varios metros hacia al frente. El suelo bajo sus pies se estremeció y la hojarasca se levantó revolcándose como sí hubiese soplado una brisa fuerte. Los músculos en sus largas y estilizadas piernas vibraban y se tensaban cada vez que daba un paso haciendo el imperceptible contacto con el piso. Aquella hembra saltaba por encima de los peñascos y arbustos con asombrosa agilidad y un segundo después ya se encontraba a unos cuantos metros de donde Leila la esperaba.

Mientras Leila afirmaba sus pies en suelo empedrado en espera de la embestida, observaba a la hembra de cabellos de fuego con detenimiento. Los ojos de la vampiresa detallaban cada movimiento de la mujer, anticipando unos y estudiando otros. La carrera duraría tan sólo unos segundos, pero en el tiempo y espacio de estos seres asombrosos, era suficiente para concertar una estrategia. Para la Von Dorcha era cómo ver una criatura tan hermosa y magistral como lo era ella misma. Ya conocía de lo que eran capaces estos seres mitad lobo y se preparaba para lo peor. Colocaba sus manos abiertas, a la altura de su pecho presta para repeler el ataque.

En esos momentos la pelirroja dio un salto, elevándose en el aire a unos cuantos pies de altura para caer estrepitosamente sobre Leila. Ambas rodaban por el suelo, levantando gravilla y musgo según sus cuerpos daban vueltas por el claro del bosque, cada vez más cerca del río. Bastian observaba, aún desnudo, a una distancia segura. En su rostro se dibujaba una sonrisa maliciosa mientras en su silencio, su cuerpo completo gesticulaba jactándose de que aquellas criaturas se pelearan por el. En realidad pensaba que la escena era provocadora y excitante en la manera en que la vampiro y la loba medían fuerzas y luchaban.

En ese instante Leila se colocaba encima de su contendiente. Con sus piernas aprisionaba a la muy golpeada mujer. Leila inmovilizaba a su enemiga presionándole el pecho con la mano. La vampiresa ganaría en esta ocasión. Leila abrió sus fauces y los colmillos en su boca sobresalían blanquecinos, afilados y amenazantes listos para infringir el mayor de los daños.

La sonrisa en el rostro de Bastian desapareció en ese instante. De inmediato corrió a detener aquella locura. —¡Nooo! ¡Annina!—, gritaba Bastian mientras avanzaba hacia donde estaban las mujeres para detener a Leila. De no hacerlo, su compañera sufriría la peor parte.

El hombre lobo agarró a Leila y la tiró a un lado. Leila salía volando por los aires para caer malamente a una distancia considerable. Su espalda golpeaba el grueso tronco de un abedul que se sacudió violentamente y su madera quejumbrosa se oyó quebrarse en su seno.

Bastian de inmediato levantó del suelo a su hembra. —Annina, ¿estás bien?—, la sostenía de la cintura.

Annina respiraba de manera agitada. Era notable su fatiga. La mujer palpó su cabeza dando muestras de dolor. Pasados unos segundos reaccionó encolerizada, empujando fuertemente a Bastian. —¡Bien dices! ¿Te atreves a preguntarme si me siento bien? ¿Qué demonios hacías aquí desnudo con esta sanguijuela? ¡El olor a diabla en celo y a perro mojado se podía percibir a millas de aquí!

—Annina, no es lo que parece...—

—¡No, si te digo lo que parece se me revuelca el estómago!—,  Annina lo interrumpió furiosa.

—Annina... Escucha. Estoy desnudo por que me transformé y se me desgarró la ropa. No pasó nada.

—No pasó nada por que interrumpí. Bien que podías tender al sol la ropa mojada de la sanguijuela sobre eso que se para yergue entre tus piernas.

—No, Aninna... Yo pasaba por aquí cuando la encontré bañándose en el río y me quise entretener...—

—¡Qué!—, la furiosa mujer golpeaba fuertemente el pecho de Bastian.

LeilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora