Jugando con la jugadora

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El edificio de tres pisos ya se divisaba a través de la ventana de la camioneta que llevaba a las hermanas Garzón. Las canchas de fútbol, voleibol y básquetbol se podían ver desde afuera, y los nervios de Poché iban en aumento.

—Tranquila hermanita, va a estar todo bien— dijo Vale acariciando la mano de su hermana, Poché sonrió sinceramente ante ese gesto tan lindo de Valentina.

No importaba cuantas veces alguien pudiera repetirle a María José que todo iba a estar bien, ella iba a seguir completamente nerviosa.

Cuando se bajó de la camioneta, se colocó la capucha con la intención de cubrirse y tratar de pasar desapercibida.

—Difícil que nadie te reconozca cuando hasta hay fotos tuyas en las vitrinas de esta escuela— dijo una voz sobresaltando a María José, quien inmediatamente se giró para ver que se trataba de Daniela.

—¿Fotos mías?— preguntó Poché una vez se recuperó del pequeño susto.

—Si, bajo los títulos: "Mejor Jugadora" y "Goleadora" de los torneos nacionales de fútbol entre escuelas del país— Daniela aplaudía con gracia a Poché, quien ponía los ojos en blanco del fastidio que sentía.

—Pensé que ya habían sacado todo eso.

—¿Por qué? creo que es bueno que te reconozcan ¿no? Además, por lo que pude ver, los campeonatos de fútbol femenino es lo único que han ganado.

—Si, pero mi imagen no es la misma que hace dos años— dijo Poché haciendo referencia a cada una de las veces que jugó estando drogada y por culpa de ella descalificaron a la escuela.

—¿Tanto la cagaste con las drogas?

—Pues sí, un poco— Poché buscaba terminar con esa conversación que la ponía incómoda.

—¿Y no te arrepientes? digo, podrías haber tenido futuro como jugadora— las voz de Daniela fue desapareciendo gradualmente cuando la mirada asesina de Poché le atravesaba el cuerpo.

—Vete a la mierda— dijo María José alejándose de Daniela mientras levantaba su dedo del medio hacia la castaña, que se quedó parada en el mismo lugar suspirando frustrada por haber dicho lo que dijo.

Poché continuó su camino en búsqueda del salón al que le tocaba ir en su primera clase, caminó por los pasillos como si fuera la primera vez que lo hacía, a pesar de haber estado allí casi dos años, no tenía muy claro en su memoria la ubicación de cada salón.

—¿Pérdida?— preguntó Luisa comenzando a caminar junto a Poché.

—Un poco— antes de seguir caminando, María José freno para darle un beso en la mejilla a su amiga en forma de saludo.

—¿A dónde vas? puedo ayudarte.

—Al salón 25, piso 2— respondió Poché leyendo un papel que tenía en su mano.

—Yo puedo llevarte— interrumpió Daniela —Nos toca en el mismo salón— dijo la chica de ojos avellana mostrando una hoja de papel, Poché al darse cuenta de que iba a compartir clase con Daniela, giró los ojos —Estoy segura que Luisa tiene una clase a la que asistir.

—Está bien— dijo la rubia para irse en la dirección contraria a la que María José y Daniela irían.

—Vamos— por instinto, la castaña tomó la mano de Poché, pero esta se soltó y la miró con molestia.

—Primero vienes y me juzgas como si tu fueras perfecta y ahora vienes a separarme de mi amiga para ir conmigo hasta el salón que compartimos... ¿qué te pasa? ¿ya decidiste si vas a ser grosera o educada conmigo?— la molestia de la pelinegra era notoria en su tono de voz.

loopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora