Epílogo

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Julio, 2023.

Era la última semana en el hotel donde el equipo femenino de Colombia se estaba hospedando para el Mundial de Fútbol de 2023. Se estaba jugando en Nueva Zelanda y Australia, por lo tanto, les tocó viajar mucho para los distintos partidos. La copa empezó a principios de Julio, así que luego de casi cuatro semanas de juego, quedaba tan solo un día y medio para la gran final a la que Colombia había llegado tras una gran hazaña. 

Había salido de casa hace un mes y Poché aún no se acostumbraba a estar lejos de su hogar, si bien el fútbol era su pasión y la hacía feliz, tener cerca a su familia era mucho mejor, y saber que estaba a kilómetros de distancia y que ninguno de sus seres queridos iban a estar sentados en las gradas del enorme estadio en el que se disputaría la final, la tenía un poco triste.

—Quita esa cara y cambiate, tenemos que bajar a desayunar para ir a entrenar, que la copa del mundo no se va a ganar sola— dijo Ángela, su compañera de cuarto.

Escuchar "copa del mundo" para Poché todavía era un sueño, nunca se imaginó que podría lograr llegar tan lejos, mucho menos se imaginó estar a horas de jugar la final con el primer equipo. Había jugado con sub20 el sudamericano hace un par de años, algo que fue totalmente emocionante, pero la copa del mundo seguía poniéndole la piel de gallina a la brunette. 

Las colombianas se encontraban ya sentadas en las mesas de aquel lujoso hotel, María José y Ángela habían bajado juntas y se dirigieron a la mesa donde se encontraban Nataly e Isabella. Las tres chicas eran de las mejores amigas que Poché había hecho en los últimos años y estar las cuatro juntas en un mundial las ponía extremadamente feliz.

—¿No vas a comer?— preguntó Nataly al ver que Poché no tenía nada en su plato.

—No tengo hambre— contestó la mujer, haciendo que todas sus amigas la miraran preocupada.

—No me miren así, oigan— les reclamó Poché entre risas —Solo estoy nerviosa.

—Deberías comer algo, vamos a entrenar mucho— recomendó Ángela, haciendo que Poché se parará en busca de un poco de fruta y tostadas.

Los entrenamientos fueron duros pero Poché no se sorprendía de ello, al fin y al cabo iban a luchar por ganar la final a la que habían clasificado hace tres días luego de ganarle a Francia en una tanda de penales.

Había muchas expectativas en la selección femenina ya que el fútbol femenino en Colombia se había profesionalizado hace muchos años, por lo tanto, el nivel de las jugadoras era mucho mayor.

Durante todas las noches, María José llamaba a su futura esposa que siempre la atendía mientras estaba junto a la pequeña niña que habían adoptado. Milagros era el nombre de la pequeña de cinco años y era la niña más amorosa que jamás habían conocido. Cada noche, las dos mujeres, le agradecían a Dios de poner a Milagros en su vida, la llegada de la niña les había otorgado la posibilidad de llegar a un nivel más profundo en su propia relación, además, hizo que Poché reafirmará su progreso en contra de su adicción y se concentrará mucho más en su trabajo duro en el equipo de fútbol de Boston, lugar al que se habían mudado cuando María José fue contratada por Boston Breakers, aunque la posibilidad latente de mudarse a España estaba presente en la familia Calle Garzón, ya que el Atlético de Madrid estaba en busca de la mediocampista que llevaba siempre el dorsal número 13. El trabajo de Daniela como profesora de inglés y literatura le permitía trabajar online, así que, eso no representaba un problema cuando las mudanzas eran inminentes.

—¿Dónde están, mi amor?— preguntó Poché al notar que lo que se veía detrás de Daniela no era su casa.

—Estamos planeando una sorpresa— respondió la castaña —¿Verdad, mi amor?— preguntó mientras mostraba a Milagros en la cámara, lo que le permitió a Poché poder verla.

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