Angel y Demonio

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Juan Carlos estaba tendido en su cama, no tenía energías para otra cosa, pocas veces se levantaba, lo hacía para ir al baño o cuando ya no aguantaba el hambre. La mayor parte del día la utilizaba para pensar, así le decía él a estar todo el día acostado mirando el techo y recordando cada pequeña decisión que lo llevó a estar ahí. Algunas veces recibía visitas de su padre, quien estaba enojado desde el día que habían internado a María José, al parecer Carlos lo culpaba a su hijo de todo y eso Juan Carlos había comenzado a creérselo, sumando más piedras pesadas de culpa a la mochila llena.

El timbre de la puerta sonó, Juan Carlos quiso ignorarlo suponiendo que se trataría de su padre de nuevo, pero el timbre sonó una y otra vez hasta que Garzón no tuvo más remedio que ir a ver qué sucedía. Se llevó una gran sorpresa al ver que la persona parada en el umbral de su puerta no era su padre, era una joven que parecía de la edad de su hija mayor, de repente se le vino a la mente aquel día en el que la había visto en la piscina con Poché, entonces la sorpresa fue mucho mayor.

—Buenas tardes— saludó con suma educación Daniela mientras le tendía su mano —Mi nombre es Daniela Calle— se presentó, Juan Carlos frunció sus cejas, ¿qué hacía su hija con una Calle?

—¿Calle?

—Si, señor, soy hija de Germán Calle— dijo tratando de no flaquear, lo cierto era que sus nervios iban en aumento.

—¿Qué quieres?— la poca amabilidad con la que el hombre la había atendido desapareció justo en ese momento para dejar paso a la hostilidad.

—Vengo a hacer lo correcto— anunció enigmática —Su hija, Poché, es mi novia, y no quiero que sea infeliz por culpa de mi familia.

El rostro de Juan Carlos se ablandó cuando escuchó esas palabras que parecían ser sinceras, ya no se sentía tan amenazado por la presencia de la hija del hombre que lo estaba hundiendo.

—Pasa— ambos se dirigieron al sofá que estaba en la sala —Tú dirás.

Daniela se sentó, apoyando sus manos sobre sus rodillas y tratando de mantener la postura segura y llena de confianza con la que había llegado, buscó las palabras para decir lo que quería.

—Papá siempre ha querido que yo sea la sucesora de la empresa, en estos meses he asistido a algunas reuniones, he podido leer algunos papeles, recuerdo que hace un tiempo leí los papeles de la compra del Villa Country cuando mi padre volvió de una larga reunión, supongo que se reunió con usted y su jefe— comenzó diciendo Calle —Yo se que mi padre estuvo allí aunque haya otros testigos que digan algo totalmente diferente.

—¿Qué estás tratando de decirme?— preguntó el hombre un poco desconcertado.

—Lo que trato de decirle es que podría atestiguar a su favor— confirmó Daniela lo que Juan Carlos creía. 

El señor Garzón se paró del sofá, aunque la propuesta parecía un gramo de esperanza, el hombre se sentía incómodo aceptando que padre e hija se enfrentaran.

—¿Tú sabes lo que significa dar un testimonio contra tu propio padre?— preguntó Juan Carlos sorprendiendo a Daniela, no esperaba que eso sea lo primero que preguntara.

—Sí, lo sé… mire yo hace varios meses vivo aquí en Colombia, he vivido toda mi vida con mi madre en Estados Unidos y no me molestaría volver a hacerlo si eso asegura que Poché lo va a tener a usted, a su padre.

—¿Tanto quieres a mi hija?— cuestionó el hombre con sorpresa y admiración, no cualquiera, menos a esa edad, era capaz de, prácticamente, renunciar a su padre y al mismo tiempo alejarse de su pareja.

—Con toda mi alma— respondió segura.

Juan Carlos suspiró, ¿podría ser capaz de aceptar que la jovencita atestigüe a su favor, aunque eso asegure una pelea entre ella y su padre, además de que Poché, su hija, tenga que renunciar al amor de Daniela?

loopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora