Fiesta

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El hogar de la pequeña familia Garzón ya había apagado todas las luces del apartamento debido a la hora, Juan Carlos gozaba de un profundo sueño, mientras que Vale miraba de forma atenta una serie que había encontrado en Netflix. Por otro lado, estaba Poché, quien se miraba atentamente al espejo rectangular que tenía frente a ella. No estaba muy segura del outfit que había elegido, pero en unas horas, lo último que le iba a importar era la ropa que llevaba puesta.

Tratando de no hacer mucho ruido, la joven Garzón abrió su puerta, bajó las escaleras con sumo cuidado y llamó al ascensor privado para que la llevara a la recepción, para su suerte, el portero no se encontraba y pudo salir sin que nadie la vea. Apenas puso los pies sobre el pasto, sintió lo fría que estaba la noche, según ella, había sido inteligente ponerse un buzo y encima de eso una chaqueta, así el frío no se colaría tanto en su cuerpo.

María José se dirigía a una fiesta a la que la había invitado el famoso Aron. Una de sus razones para ir era hablar con su amigo para que su hermano dejara de decir mierdas sobre ella, y la otra razón era conseguir droga.

Era bastante tarde cuando llegó y por ende, ya todos estaban bastante drogados o alcoholizados.

—Ey Pochosaurus— saludó Aron cuando vio a Poché caminar cerca de él.

—¿Qué tal Aron?— respondió Poché correspondiendo al saludo.

—Estoy de ácido, ¿quieres un poco?— para ser sinceros, María José se había dado cuenta del estado de su amigo desde que comenzaron a hablar.

—Dicen que es buena educación compartir— contestó ella mientras extendía su mano para recibir su dosis.

Una vez que los dos consumieron juntos, fueron hasta el patio de aquella casa y se acostaron en el pasto uno al lado del otro, contemplando las estrellas.

—Oye— Poché fue la que rompió el silencio entre ambos.

—¿Qué?

—Dile a la mierdita de tu hermano que no joda más a mi hermana— dijo María José usando un tono firme.

—¿Qué hizo?— preguntó él con extrema tranquilidad.

—Le anda diciendo estupideces a Vale.

—Tranqui, hablaré con él luego.

Esa fue la última conversación consciente que tuvo Poché durante toda la noche, el viaje provocado por el LSD, comenzó justo después de terminar la única cosa importante que hizo durante esa fiesta.

Todos estaban bajo los efectos de las drogas, del alcohol, y de ambas sustancias combinadas. Todos ellos se veían felices, Poché sonreía, se veía feliz mientras disfrutaba de la alegría que le daba el LSD. La mayoría de jóvenes que compartían aquella fiesta eran hijos de grandes empresarios, el dinero les sobraba y con ello compraban su felicidad.

—¿Tres meses sobria?— preguntó una voz levemente conocida para Poché con sarcasmo, solo que en ese momento no lograba descifrar de dónde la conocía.

Poché giró su cabeza, para encontrarse a una muchacha que la miraba con reproche.

—Vete a la verga— respondió cortante Poché para luego volver su atención a donde la tenía antes.

—¿Siempre eres así de grosera?— preguntó la chica poniéndose en el campo de visión de la pelinegra.

—Cuando no quiero hablar con alguien, si.

—Ok, ya entendí— dijo la desconocida levantando sus brazos como si se trataran de una bandera blanca —Te dejo continuar con tu viaje.

Sin decir más y sin esperar respuesta, la joven volvió a adentro de la casa hecha una furia, dejando a Poché sola.

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