♥8♥

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Hermione iba sentada en el asiento trasero del Mercedes, escuchando a Draco y Abraxas hablar de negocios, de camino al hotel.

La inteligencia de Draco no se veía afectada en lo absoluto.

Esta evidencia adicional de que recordaba todo y a todos, excepto a ella, no hacía más que agrandar su herida.

El dolor parecía crecer como la nube de hongo de una explosión nuclear: fuera de control y sin un final a la vista.

También la hirió la forma tan natural en que había actuado el «frente unido» ante su hermano y el personal del hospital, del que se había burlado en la habitación.

Le había abierto la puerta y la había ayudado a instalarse en el interior del coche, como si la paciente dada de alta fuera ella y no él.

Eficazmente había dejado en claro su posición como marido ante el personal del hospital, e incluso ante Abraxas.

Consciente que eso tenía más que ver con el orgullo que con cualquier deseo real de aliarse con ella, los toques casuales, sin embargo, la habían dejado sin aliento.

Desde que la había besado sentía los labios estremecidos, pero tampoco era tan tonta como para pensar que eso había sido personal.

Sabía qué había significado ese beso, y no tenía nada que ver con el amor eterno, ni con un reconocimiento primario de lo que podría estar ocurriéndole a un nivel más profundo que el de la mente consciente.

Desearía que fuera así, pero en lo que a su marido concernía, ya había fantaseado demasiado.

La realidad era que a pesar de que Draco era un hombre completamente moderno, en algunos aspectos era tan tradicional como cualquier otro.

También era un macho alfa competitivo que perseguía y conquistaba por puro instinto.

Puede que no la recordarla, pero sabía que era su esposa, y como tal, espera cierta apertura de parte de ella hacia él.

Se dio cuenta del error que había cometido al mostrar una postura distante en el mismo instante que vio su mirada predadora.

Pero estaba furiosa de que la hubiera reprendido por la discusión con Astoria, sin siquiera haberle pedido su versión de los hechos.

Hermione no era una persona violenta.

Draco solía saber eso.

Decirse a sí misma que él no la recordaba tampoco ayudó.

Nunca la habría acusado de semejante cosa cuando se conocieron, y eran prácticamente desconocidos.

Así que había decidido mantenerse distante cuando llegara a la habitación, pero lamentó su postura al instante.

Fue demasiado tarde para evitar que el natural instinto masculino buscara reafirmar su papel de consorte.

La había besado y ella se había perdido en el momento, como siempre lo hacía, demostrando una vez más que, en lo que a él se refería, prácticamente estaba indefensa.

No era una revelación agradable.

Narcisa lloraba mientras abrazaba a Draco.

-Es tan bueno verte fuera del hospital, mi bebé -

-Difícilmente soy un bebé, mamá -

-Siempre... hasta el día que muera -

Hermione no pudo evitar sonreír ante el diálogo... lo había presenciado tantas veces antes.

-Estoy segura de que Draco también está feliz de haber salido.

Todos sabemos lo mucho que detesta el confinamiento de cualquier tipo.

El bebé navideño de MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora