Juego Peligroso

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Día 4: 3 Octubre / AU

Tema: Jugando a quemarte de celos













Dedicado a mi querida y linda amiga Anyconsel598368 













Su inocente y tierna noviecita era un ángel, un pan de Dios, una niña buena, pero por andar de idiota haciendo favores a chicas que gustaban de el (pero de lo que no tenia ni la menor idea), de castigo su Asuna le estaba dando una buena lección:

Darle celos estando cerca de los chicos que a sus ojos representaban una amenaza pues estaban enamorados de ella. 

Los idiotas de Eugeo y Eiji de su mismo grado solo que en diferentes salones y el Sempai de última año, Eldrie... Tres de los chicos mas codiciados por las féminas de la escuela. Estallaría de rabia si alguno de esos cara bonita osaba acercarse a su novia. Asuna era de el, de nadie más. Debía saber que el es un ingenuo que no notaba si alguna otra se interesaba en el, y no, no era por ser estúpido, sino por que se la pasaba embelesado como un fiel seguidor de su linda pelirroja, cosa que jamás admitiría frente a ella. 

Tenía que pagar muy caro su mala observación y aguantarse las ganas de masacrar a esos bastardos por acercarse a su mujer.

.

¡Moriría si seguí viendo tal escena!

Le entraban unas colosales ganas de ir y castrar a los modelitos que babeaban en frente de Asuna.

Estallaba en celos y lloraba internamente, Shino lo detenía agarrándole por detrás del cuello de su camisa para que no hiciera una escena y lo terminaran expulsando, en lo que Argo lo grababa para fastidiarle luego. Ambas divertidas con la situación, pero la castaña de lentes se preocupaba más por su querida amiga y novia del muchacho, temía que alguno de esos hormonales chicos se quisiera pasar de listo, ella saldría en defensa de la que considera su hermana, pero pensaba en si el tonto explosivo se metía a defenderla todo se complicaría. 

-¡Déjame ir, déjame ir, déjame ir!-Gritaba el azabache intentando correr sin moverse de su lugar, Shino poseía una gran fuerza desconocida.

-¡Kazuto pareces niño chiquito! -Se quejo la castaña.

La pequeña rubia se metió al pleito.-Déjalo Asada-San, total, nos da mas material con el que lo podemos humillar.

-¡Rata de dos patas, largo o cuando me libere te las veras conmigo!-Le miro furioso el chico.

-¡Quisieras Kii-bou!

El juego peligroso de los celos apenas empezaba....





~*~





Dos días así...

Sin verla, besarla o tocarla, sin almuerzos o sesiones de estudio juntos. La extrañaba y deseaba con todo su corazón que su amada le perdonara y le levantara el castigo cruel. Tampoco le podía buscar, las chicas lo alejaban de donde pudiera encontrarla.

Se mordía las uñas de los nervios, temiendo lo peor, que alguno cautivara a Asuna y que luego viniera a terminar con el, tres años de noviazgo botados a la basura por su ineptitud. Si su reina le perdonaba, no le hablaría a ninguna mujer que no fuera ella o las de su familia, la veneraría como a una diosa, le prepararía un altar de ser necesario, ¡Cualquier cosa menos estar soltero y sin su diosa! Moriría si otro llegaba a disfrutar de su perfume a flores o mucho peor, si acariciaban su suave cabello atardecer; su parte favorita de sus citas era peinarlo con sus dedos mientras se deleitaba con la suavidad de esa cascada naranja. 

¡La muerte primero antes que observar una atrocidad así!

~*~

Asuna se acercaba, era ahora o nunca.

Ya cerca suyo, la tomo del brazo y la encerró con el en el armario del conserje.

-¿¡Qué te pasa!? -Ni le respondió, la beso hambriento, necesitaba de sus besos, de su cuerpo.

Metió su lengua sin permiso en la boca de ella, los sonidos de aquella caricia hacían eco, dando un ambiente de vídeo porno, pero solo le importaba saciar su sed de amor. La pego a la pared pasando sus manos por todo el cuerpo de su novia, sin que pusiera resistencia alguna, se dejaba querer.

-Lo lamento.-Hizo una exagerada reverencia.- Solo te hablare a ti, pero ya no sigas cerca de ellos.

-¿Aprendiste tu lección?-Le dijo como si fuera una mamá regañando a su hijo.

-Si, ya no te alejes de mi, te necesito.

-Eso quería oír, ahora, ¿en qué estábamos?

Y le volvió a devorar la boca, dos días sin ella le afectaron bastante.

Ni doscientos años son suficientes  #KiriAsuWeek2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora