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Nivel 26
❝Abuso Sexual❞

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──Ch-China, ¿Otra vez quieres hacerlo? Estoy cansado, déjam- C-China...──Rusia se sentía muy mareado y nisiquiera sabía por qué.

Su vista estaba sumamente nublada, su cabeza le daba vueltas, no lograba distinguir bien lo que pasaba. Sólo notaba que el asiático estaba sobre su cuerpo, lograba sentir los toques, más no distinguía bien estos. Escuchaba un pitido en su oído derecho, en el otro lograba oír el sonido de su cinturón siendo desabrochado.

China quería tener relaciones sexuales con él, pero quería hacerlo algo diferente. No tenía ganas de forcejear tanto, así que decidió ponerle unas pastillas en su bebida sin que se dé cuenta. Por suerte salió a la perfección, estas se disolvieron y el ruso tragó todo sin nisiquiera notar que estaba ingiriendo algo como eso.

En unos breves momentos, China ya daba saltos sobre su miembro. Este no estana erecto, pues claro, estaba drogado y de todas maneras no lograba excitarse al saber que era el chino quien intentaba provocarlo.──Ah~ Russha~──sacó su lengua de su boca, soltando más gemidos y jadeos. Le daba la espalda a este, dando saltos sobre su miembro, así autopenetrandose.

Rusia sentía al asiático dando saltos sobre él, más no podía sentir placer. Su mente no lograba concentrarse en una cosa fija, su rostro se movía de un lado al otro. Su cuerpo moviéndose también ante los altos emitidos por el otro, los glúteos de este rebotaban cual gelatina, sus gemidos eran cada vez más continuos.

China sonreía satisfecho ante los saltos que daba sobre el falo. Decidió voltearse para así mirarlo, amando amando como el ruso no entiende nada, como se nota su mal estado. Era sin dudas lo que más amaba en esos momentos. No le excitaba tener relaciones sexuales con su pareja, besarlo con tranquilidad, eso nunca fue suficiente para él. Sin embargo, el hecho de tenerlo sumiso debajo de él, poder hacer lo que quiera, que sea su muñeco, poder manipularlo y poseerlo de todas las formas que pueda. Eso sí le excitaba.

──Russha~──soltó una risa.──Te ves tan sexy~──se detuvo unos momentos, acercándose a uno de sus pezones. Se detuvo en este, lamiendolo, chupandolo y sorbiendolo. Mordió con fuerza en ese lugar, notando como el tricolor se remueve al haber sentido un dolor en esa zona. Sonrió contento ante esa acción, mordiendo sin importarle de dañarlo.

Marcó cada parte de su cuerpo: sus piernas, abdomen, cuello.

Momentos más tarde, fue que decidió ir a lo que realmente quería. Volteó al ruso con algo de esfuerzo, haciendo que quede boca abajo. Relamió sus labios con descaro, acercando sus pequeñas manos a los glúteos del más alto. Apretó estos, los movió de un lado al otro, para luego abrirlos y dejar al descubierto su cerrada entrada. Le hubiera gustado desvirgarlo en otra situación, en la que esté consciente y pueda escuchar sus quejidos de dolor, pero se sentía desesperado en estos momentos.

Dejó caer saliva hacia su entrada, acariciandola con su dedo pulgar. Ya se imaginaba cómo se sentiría su interior, seguramente sería muy apretado y caliente. Sin esperar mucho más, apoyó sus manos a los costadoa del cuerpo del ruso, sosteniéndose. Poco a poco fue introduciendo su miembro, no para no dañarlo, si no para gozar al máximo de la experiencia. Rusia soltó un gemido ahogado en la almohada, sentía un intruso en su interior y le dolía levemente, no podía reaccionar, sus sentidos no estaban funcionando como deberían. El asiático sonrió ladino, comenzando a mover sus caderas de arriba hacia abajo, penetrando su interior. Al inicio iba lento, como mencioné antes, para disfrutarlo al máximo; sin embargo y llegado a cierto momento, quería y necesitaba ir más rápido.

Ahora el chapoteo entre su pelvis y los glúteos del mayor provocaban un sonido obseno que inundaba toda la habitación, acompañados de los gemidos del chino y jadeos del ruso.──啊〜地獄〜 [Ah~ Demonios~]─China mordió su labio inferior con una sonrisa. Se sentía tan jodidamente bien, mejor de lo que se hubiera imaginado. Moría de ganas de probar diferentes cosas con la entrada del ruso.

Rusia mantenía su rostro contra la almohada, dejando salir esos gemidos ahogados. Le desesperaba no saber lo que sucedía, sólo podía sentir su cuerpo moverse de arriba hacia abajo, algo extraño en su interior, y los gemidos de chino.

China no se detuvo si no hasta que se sintió realmente satisfecho.

𝗩𝗜𝗢𝗟𝗘𝗡𝗧𝗢𝗠𝗘𝗧𝗥𝗢 RUSCHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora