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Nivel 14
❝Manosear❞

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Ambos se encontraban en un colectivo, estaban algo apretados puesto que era hora pico. Estaban volviendo a la casa luego de hacer unas compras en el supermercado, las manos del ruso estaban cargadas de bolsas.

Ni siquiera habían encontrado un lugar para sentarse, por lo cual estaban parados entre la multitud. China, quien no llevaba nada en sus brazos, abrazó al ruso por detrás. Éste sonrió contento, puesto que pensaba que era para sostenerse y porque lo quería. Sin embargo, China metió su mano bajo su buso negro, acariciando su torso.

Rusia se asustó ante esos toques, mirando a sus costados. Las otras personas no se percataban de lo que pasaba. Tragó saliva en seco cuando su mano siguió subiendo, hasta apretar uno de sus pezones. Su buso se había subido, por lo cual su torso marcado estaba al descubierto.

──Ch-China, aquí no.──Intentó apartarlo pero se le era imposible por la cantidad de bolsas que sus manos sostenían. El asiático nisiquiera le prestó atención a lo que dijo, apretó su pezón haciendole soltar un quejido al más alto. Su otra mano fue dirigida a su cadera, apretando esta con una ligera fuerza.

Seguía estimulando su pezón. Rusia se removía incómodo ante esos toques, sudando con el miedo y la vergüenza de que alguien entre toda esa gente los vea.──Ch-China, d-detente ya, ¿Q-qué pasa si no v- C-China!──le susurraba para que se detuviera, pero China hacía oídos sordos a sus peticiones.

El chino aumentó sus toques bajando de su cadera a su pelvis, y de su pelvis a su entrepierna. Rusia abrió sus ojos en grande cuando notó y sintió su mano en ese lugar, mordió su labio interior cuando su novio apretó en esa zona, luego la acariciaba, masajeaba, y volvía a apretar. Todo eso mientras aún apretaba su pezón.

La respiración del euroasiático era agitada, no tanto por los toques, si no porque estaban en un lugar público con muchas personas apretadas y cada una de ellas podría verlos. A China nisiquiera le importaba eso, se encontraba de hecho muy satisfecho con sentir al más alto temblar ante sus toques.

Finalmente, la pesadilla del ruso se descubrió. Fueron descubiertos y echados del colectivo.

China le sonrió inocente.

𝗩𝗜𝗢𝗟𝗘𝗡𝗧𝗢𝗠𝗘𝗧𝗥𝗢 RUSCHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora