Mía.

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Nos toca aprender a perdonarse recaídas
Y abrazarme muy fuerte y recordar que soy mi amiga
Y que si no fuera por mí ¿por quién sería?
Que es una suerte poder sentirme mía

Miró a su alrededor con cierta curiosidad, deteniéndose a observar con discreción las expresiones de las personas que la acompañaban en aquella ruidosa sala de espera de urgencias y la mayoría parecía compartir su mismo nivel de impaciencia y preocupación. Intentó acomodarse nuevamente en aquella silla que no se hacía menos incómoda con el paso del tiempo y agradeció mentalmente el haber recordado coger su bolso y una chaqueta en medio de toda la confusión en la que salieron hacia el hospital. Volvió a guardar su móvil con cierto disgusto cuando comprobó que no tenía ningún mensaje de Mimi aún, la rubia había acompañado a una enfermera a otra sección del hospital, pero Ana tuvo que conformarse con esperarla fuera, pues sólo permitían la entrada de un familiar.

Sopesó por algunos instantes la posibilidad de pedir informaciones al personal de recepción, pero se convenció de que no le dirían nada por no tener vínculo alguno con la paciente y no le quedó otra opción a no ser aguantar las ganas de intentar colarse y descubrir el motivo de tanta demora.

- La espera es lo peor...

- ¿Cómo?- Ana se giró algo sorprendida al salir del casi ensimismamiento en el que estaba.

- Perdona, no quería asustarte- se disculpó algo avergonzada la mujer- Es que te noté algo nerviosa...

- No te preocupes, sólo estaba concentrada- la tranquilizó.

- ¿Algún familiar?- preguntó con suavidad.

- No, no...es la madre de mi...eh...la madre mi novia.

- Oh, entiendo, la han dejado entrar sólo a ella y te ha tocado esperar.

- Sí, ha entrado a aquella área hace mucho rato y no tengo noticias- dijo con frustración.

- Uff, sé que la espera es terrible, pero permíteme hablar desde cierta experiencia con las urgencias y decirte que en ese sector suelen estar los pacientes ya estabilizados y que en estos casos si hubiese pasado algo malo ya te hubieses enterado, te lo aseguro.

- Ojalá- musitó pensando en que aquella mujer probablemente tenía razón- ¿Trabajas en un hospital?- cuestionó.

- No, pero mi padre tiene un par de enfermedades crónicas que nos hacen visitar urgencias más seguido de lo que nos gustaría- contestó- Lo bueno es que hoy sólo ha sido una mini visita y estoy esperando que me llamen a firmar los papeles para irnos a casa.

- Me alegro mucho- dijo con sinceridad Ana.

- Me llamo Andrea y suelo hablarle a la gente y olvidar presentarme- bromeó.

- Soy Ana y odio los hospitales.

- No creo que a nadie le gusten, pero algunos estamos algo acostumbrados a ellos y ya se nos hace cotidiano- dijo encogiéndose de hombros- Y perdona si he sido algo invasiva, es que noté que estabas sola y nerviosa, una pésima combinación en estas situaciones.

- Que va, muchas gracias. Estaba comiéndome la cabeza y me has tranquilizado muchísimo...

- La incertidumbre es terrible, pero seguro enseguida sale tu chica a decirte que todo está bien. Entiendo la sensación de impotencia de tener aquí a alguien que quieres mucho.

- Pues sí...- respondió Ana con cierta culpabilidad al admitirse que su mayor preocupación en aquel momento era su novia. Que sí, claro que deseaba que la madre de Mimi estuviese bien, pero ya sabían por Paula que la misma estaba en recuperación y fuera de peligro, así que se permitía preocuparse principalmente por la bailarina. Paula, otra cuestión que se vio obligada a apartar de su mente por el momento, ya tendría tiempo de analizar mejor todo lo sucedido.

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