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⸙ prólogo • ⭑°
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° ⭑ • ━━━━━ • N. OMNISCIENTE • ━━━━━ • ⭑°
El vasto cielo púrpura era brillante. Las estrellas no eran puntos lejanos, sino círculos degradados blancos, lilas o grises, con estrellas fugaces casuales. Un cielo bastante extraño, pero hermoso.
A Nymphadora la rodeaba un frondoso bosque. El primer bosque que había visto en toda su vida, que estaba cubierta de vientos ardientes y arena mezquina. El verde era algo oscuro, pero algunos hongos, setas o musgos brillaban levemente en turquesas, verdes o grises verdosos, a veces hasta en azules. Había una pequeña laguna cerca, y un suave viento ambivalente entre cálido y fresco recorría ese bosque.
Nymphadora bufó de golpe, dando pasos fuertes y largos en la tierra, y apretando las telas blancas que le rodeaban las piernas de manera ansiosa.
—¿Por qué sigo aquí? —gruñó para sí misma, caminando en medio círculo—. Madi me necesita, Clarke, Raven, O... ¿Por qué sigo aquí?
—Siempre tan ansiosa, Nym.
Nymphadora se detuvo de repente, sus pies se plantaron en el suelo y ella sintió como si estos estuvieran echando raíces, y no se movió.
Escuchó una suave risa nasal detrás de ella y eso le estremeció la espalda, pequeñas hormigas de un sentimiento tan viejo y tan normal a ese punto le recorrieron la columna.
>> Interesante —dijo la misma voz, y ella escuchó que se acercaba, lento y suave, como la brisa que hacía volar las telas que le colgaban de la cadera—, como puede ser el poder del amor.
