Ataque

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Ya llevaban tres días cuidando al pequeño Bruce, que puede que fuera tranquilo la mayor parte del tiempo, pero era demasiado curioso y desde la primera vez que los vio llegar sudorosos y algo lastimados en la noche, el niño preguntaba sobre si soñaban, o que tal dormían.

Incluso propuso una pijamada.

Por lo que la segunda noche tuvieron que fingir que Jason y Tim se enfermaron y fueron al médico. Ahora estaban pensando en cómo ocultar sus noches de patrulla. El tercer día jugaron todo lo posible con el niño, o, mejor dicho, Bruce jugo con ellos todo el día, después de acabarse todo el refrigerador de dulces.

El niño estaba tan cansado que ni bien toco su cama se quedó dormido.

Los chicos pudieron respirar tranquilos y se prepararon para la patrulla, Alfred alistó el traje de Batman, ya que después de dos días que el murciélago no se había hecho ver, los criminales ya estaban revueltos.

Masoquistas murmuró Damian con una sonrisa divertida.

Por eso Dick después de recibir la mirada celosa de Damian, la orgullosa de Tim y la retadora de Jason, tuvo que ponerse el manto. Así que está noche, Batman volvería a las calles.

Después de revisar que todo en la mansión estuviera en orden, salieron a patrullar, Alfred volvió a la cocina para seguir haciendo los dulces para Bruce. El ambiente era de calma, todo lo contrario, al ambiente que había en la habitación principal.

Bruce se removía incomodo entre las sábanas, en su pesadilla se repetía una y otra vez el asesinato de sus padres, pero había algo más, imágenes demasiado rápidas para que él pudiera captarlas, pero sabía que algo más había pasado en ese callejón porque después de ver a sus padres morir, una risa retumbaba en sus oídos, y por más que buscaba el lugar no sabía de dónde venía, luego un disparo, y el sonido de una mujer llorando.

No era el llanto de su madre, parecía de alguien más.

Gritos...

Más gritos

Disparos

Una explosión

Y luego el sonido de un grito lleno de rabia, dolor e impotencia

—¡BRUCE!— varias voces habían gritado su nombre.

Se despertó sobresaltado, con algo de miedo y dolor, se sentó en posición fetal y se abrazó a sus piernas, ocultando su cara entre ellas, cerro los ojos con fuerza tratando de recordar todo lo que había soñado.

Pero por más que tratará de unir los hilos, tratando de recordar el por qué esos sonidos le causaban tanto dolo, no pudo hallar una respuesta. Puso su mano en su pecho justo en su corazón, apretó su pijama, dando lentas respiraciones.

Se mordió los labios ahogando un grito. No sabía porque sentía mucha presión, mucho dolor y sobre todo preocupación.

El nombre de cuatro chicos paso por su mente. Respirando agitado, se levantó con rapidez de la cama miro por toda su habitación, viendo que las ventanas no estaban abiertas, sus ojos se movían con velocidad a cada rincón de su cuarto, analizando todo su entorno.

Y con rapidez salió.

Necesitaba ver a esos cuatro chicos que estaban en su casa.

No sabía porque esa necesidad de comprobar que estaban bien, que estaban a salvó.

Abrió con fuerza la habitación de Dick, y el pánico se instaló en su pecho, la cama estaba intacta, la habitación desordenada, y las ventanas abiertas.

Una idea loca apareció en su mente.

Se lo llevaron, se llevaron a Dick.

No sabía a quién culpaba, pero sintió odio, rencor y enojo, hacia un enemigo invisible.

Bruce Wayne ¿Niño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora