Recuerdos

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Bruce al día siguiente se despertó adolorido, no recordaba mucho de la noche anterior, pero si sabía que algo grave había pasado cuando al tratar de sentarse sintió, ardor en sus manos. Con pesadez abrió los ojos y la dirigió a sus manos que estaban vendadas, noto que no estaba con su pijama y sentía dolor por casi todo el cuerpo.

Mientras veía con confusión sus manos, los recuerdos golpearon su cabeza, se sintió avergonzado y asustado, ya ni recordaba que había soñado para tener tal ataque de pánico. Pero si había asustado a sus amigos y a Alfred...

Oh por dios...

¡Había empujado y golpeado a Alfred!

Ahora se sentía muy mal por ello, se miró las manos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, mordió con fuerza sus labios para evitar que se oyera algún sollozo. Estaba tan sumido en ese momento de arrepentimiento que la voz de Tim lo hizo saltar en el lugar.

—buenos días, Bruce — el chico entro con una sonrisa tranquila, se acercó con cuidado y le dio una pastilla con un vaso de agua —tómalo— Bruce no pregunto que era y solo la trago sintiendo el amargo sabor del medicamento.

—y...¿Alfred?— pregunto temeroso.

—regando las flores o atendiendo a los imbéciles de mis hermanos— sonrió divertido mientras se sentaba en la silla que estaba a un lado de la cama. —Dick te estuvo cuidando en la noche, así que lo hemos mandado a dormir un poco.

—¿está bien?, ¿Lo lastime?— vio sus manos de reojo.

—no...tranquilo no fue tu culpa, estabas asustado— acarició los cabellos azabaches con ternura. El niño asintió sorbiendo la nariz, cuando iba a hablar de nuevo un toque ligero le llamo la atención.

Damian estaba en la puerta con la bandeja del desayuno en manos, entro con tranquilidad y se lo puso frente a él.

—¿qué tal?— pregunto sin preocupaciones, como si no hace menos de seis horas Bruce había tratado de golpearlo.

—bien, gracias por el desayuno— sonrió tenso.

—yo solo lo traje, Todd fue el que cocino— hizo un ademan de despreocupación y camino hacia la puerta —Alfred te espera en el patio trasero— y se fue. Tim carraspeó irritado, pero le sonrió de forma tranquila a Bruce que seguía con una mirada temerosa y arrepentida.

El niño comió en silencio disfrutando del desayuno, era jugo de sandía, con un vaso de leche tibia y crema de café, junto a pan con huevo, mortadela y queso, un plato de fruta picada y como decoración tenía varios pedazos de manzana en forma de murciélagos, ese último detalle lo había hecho sonreír, la primera sonrisa verdadera en lo que llevaba la mañana.

—Jason se esmeró— murmuró impresionado Tim.

—¿el no cocina para ustedes?— Bruce que había estado comiendo el sándwich se detuvo para verlo.

—una vez le pedí que me hiciera el desayuno y el maldito me dio leche helada y huevo crudo— viro los ojos con enfado, pero tenía una ligera sonrisa. Bruce se tapó la boca para no reír, tomo un pedazo de manzana que tenía la forma del murciélago y le dio en la boca a Tim

—esta rico— susurro el adolescente, Bruce asintió complacido y siguió comiendo, cuando acabo el joven tomo los platos y le indico con la mirada que se diera una ducha. —Jason subirá a ver qué tal están tus manos— salió de la habitación

El mini Bruce lo vio irse y con presura corrió a la ducha, se lavó rápido ignorando el dolor de sus manos, cuando acabo fue a cambiarse. En menos de quince minutos ya estaba Jason en la puerta de su habitación con vendas y alcohol.

Bruce Wayne ¿Niño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora