4. Noche fría

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Caminó rumbo a la Corporación cápsula con una toalla colgando de su cuello. El sudor que aún tenía en su cuerpo hacía que sintiera algo más intenso el frío que invadía el jardín.

Al ingresar en la casa, notó que el clima dentro de ella se sentía casi igual que afuera. Encontró a Bulma en la sala principal, la misma estaba utilizando su computadora portátil sentada en la mesa. La peliazul viró sus ojos azules hacia él al verlo ingresar.

Sintió su cuerpo estremecerse en cuanto aquella mirada azul se posó sobre él. No estaba seguro si lo que lo había provocado era el frío que estaba sintiendo u otra cosa que no comprendía demasiado bien.

La humana se puso de pie al verlo y se dirigió hacia él con paso firme para detenerse frente a él una vez estuvo cerca.

Vegeta, ahora hace mucho frío, vas a enfermarte si andas así afuera-dijo la peliazul. Parecía que aquel asunto la preocupaba. El saiyajin no estaba abrigado en lo más mínimo.

Vegeta tenía puestos tan solo unos pantalones cortos azul oscuro que usaba para entrenar, además de que estaba humedecido en partes por el sudor, tenía el torso y las extremidades descubiertas.

No soy débil como los humanos-dijo el saiyajin rápidamente. Se incomodó un poco al notar que Bulma lo había visto de arriba a abajo para poder reprocharle por su desabrigado atuendo.

Date un baño caliente y cámbiate de ropa, si te enfermas atrasarás más tu entrenamiento. Además la calefacción se descompuso, no es bueno que andes así con la temperatura que está haciendo aquí dentro-recomendó la peliazul haciendo caso omiso del comentario del saiyajin. Vegeta no comentó nada más y se fue escaleras arriba.

Bulma miró con curiosidad al saiyajin cuando se retiraba, no podía negar que el príncipe se veía extremadamente sexy andando vestido por la casa así, hasta se había desconcentrado de lo que estaba haciendo tan solo porque él había ingresado a la sala.

Luego de que el saiyajin se retiró volvió a su computadora a trabajar un poco más, ya era algo tarde. Ciertamente, no tenía demasiado qué hacer, sus padres habían salido nuevamente luego de volver de la "junta" de la mañana.

Se habían ido en la tarde, cuando el frío comenzó a hacer aparición, a una conferencia que su padre tenía en un punto lejano de la ciudad. No sabía con certeza en cuanto tiempo volverían. Parecía ser algo importante dado que sus padres se habían ido vestidos de manera elegante.

Se dispuso a ordenar algo de comida para cenar, el saiyajin seguramente debía de estar hambriento. Había olvidado por completo hacer la compra de víveres para el mes, su mente había estado rondando otras cuestiones.

Una vez hecho eso volvió a lo que ocupaba su mente. Algunas cuestiones de trabajo de laboratorio habían ocupado la mayor parte de su día, luego, eran intervenidas por pensamientos intrusivos sobre su huésped. No podía dejar de pensar en él desde lo que había sucedido en el día de San Valentín.

Bulma se sentía una niña tonta, apenas se habían besado algunas veces y ya no podía sacar al saiyajin de su mente. Se sentía una muchacha enamoradiza, hace mucho que no experimentaba una sensación así. Incluso añoraba ya la cercanía que había disfrutado con el saiyajin aquella noche.

Luego de al menos media hora, la comida llegó. Vegeta había bajado ya algo mas abrigado, tenía pantalones oscuros y un suéter rojo oscuro.

Te ves bien cuando te vistes así-dijo Bulma sonriente. La comida que había pedido ya estaba en la mesa del comedor.

Vegeta no contestó a ello. Ciertamente no le agradaba la ropa de humanos, aunque no tenía ánimos de andar pasando frío.

Ambos cenaron silenciosamente en el comedor. Aquello no solía ocurrir tan a menudo, generalmente los padres de Bulma cenaban con ellos. A menos que el saiyajin se excediera con su horario y saliera a media noche. Que se pasara no era tan recurrente, tenía un horario bastante rígido.

Cambios del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora